Pensadlo un momento. ¿Cuántas veces, cuando alguien ha compartido algún dilema con vosotr@s, habéis visto la solución clara y diáfana y le habéis aconsejado sin complejo qué hacer? y … ¿Cuántas veces habéis estado dando vueltas a vuestros propios dilemas tardando mucho o quizás sin llegar nunca a una conclusión de cómo solventarlos?
¿Por qué es más fácil ver la mejor solución a los dilemas de l@s demás que a los nuestros propios? Se trate de alguien que quiere conseguir un nuevo trabajo, o pedir un aumento, o alguien que simplemente esté intentando decidir qué sabor de helado escoger, parece que somos capaces de ver la mejor solución con total claridad y decisión que, a menudo, está ausente cuando nos enfrentamos a nuestros propios dilemas.

La gente tenemos una mentalidad diferente cuando elegimos por l@s demás: una mentalidad aventurera que se contrasta con la mentalidad más cautelosa que tenemos cuando tenemos que llevar a cabo nuestras propias elecciones.
En la investigación del artículo original, se analizó cómo las personas toman las decisiones para ell@s mism@s y cómo las toman para l@s demás. El interés se enfocó en el proceso y la cantidad de información que un@ tomador@ de decisiones utiliza al elegir por l@s demás en contraposición de las que utiliza al elegir para sí mism@. Querían saber: ¿Se busca más información en el proceso de decidir por l@s demás que en el proceso de decidir para nosotr@s? ¿Cambia el modo de evaluar ese cambio de información en base de por quien se está decidiendo?
Para probar la hipótesis, llevaron a cabo 8 estudios sobre 1000 participantes. A través de las series aleatorias de tests, se entregaba a los participantes listas de restaurantes, oportunidades de empleo y perfiles de citas; cada uno de ellos con información detallada; para luego pedir a l@s participantes tomar decisiones para ell@s mism@s o para otr@s en base a esa información.

Descubrieron 2 cosas: l@s participantes no tan solo escogían de modo diferente cuando era para ell@s mism@s que cuando lo era para otr@s, sino que también el modo de llevar a cabo la elección era diferente.
Al escoger para ell@s mism@s, l@s participantes se concentraban en un nivel más granular, centrándose en las minucias de la cuestión, lo que l@s autor@s del estudio llamaron mentalidad cauta. Utilizar una mentalidad cauta al escoger significa ser más reservad@, deliberd@ y contrario al riesgo. Más que explorar y recopilar una plétora de opciones, la mentalidad cauta prefiere considerar unas pocas al mismo tiempo pero a un nivel más profundo, examinando una sección transversal del todo mayor.
Pero cuando se trata de decidir por otr@s, l@s participantes prestaban más atención a todas las opciones y de centraban en su opinión general. Eran más atrevid@s, operando utilizando lo que bautizaron como mentalidad aventurera. Una mentalidad aventurera prioriza la novedad frente un análisis más profundo de en qué consisten todas las opciones; la disponibilidad de numerosas elecciones atrae más que su propia viabilidad. Dicho llanamente, preferían y examinaban más información antes de tomar una decisión y recomendaban su elección a l@s demás con más entusiasmo.
Estos hallazgos se alinean con trabajos previos sobre cómo la gente es más creativa en nombre de otr@s. Cuando pensamos ideas para solventar los problemas de l@s demás, estamos inspirad@s; tenemos un flujo libre de ideas que poner sobre la mesa sin juicio alguno, sin segundas suposiciones o sin pensar más allá.
Si lo pensáis, estos resultados os deberían ser familiares. Pensad en la última vez que pedisteis un aumento. Mucha gente tiene miedo de hacerlo (utilizando una mentalidad cauta), pero a la vez, las mismas personas son las que animan a los demás (compañer@s o amig@s) a que lo hagan (utilizando la mentalidad aventurera).
Cuando la gente recomienda qué es lo que l@s otr@s deberían hacer, proponen ideas, elecciones y soluciones que son más optimistas y más orientadas a acciones, más enfocadas hacia la información positiva y que imaginan consecuencias más favorables. Por otro lado, al tomar sus propias decisiones, la gente ve todo lo que puede ir mal, yendo hacia la duda y pensando en segundas opciones.
¿Cómo podemos aplicar estos hallazgos? En primer lugar, sugieren que tod@s deberíamos tener un@ mentor@, o un amigo sincero que puede ayudar a las personas a ver y a actuar sobre pruebas mejores.
También deberíamos trabajar el distanciarnos de nosotr@s mism@s, de nuestros problemas, adoptando la perspectiva de una mosca en la pared. Con esta mentalidad, podemos actuar como nuestr@s propi@s consejer@s; de hecho, puede ser más efectivo referirse a nosotr@s mism@s en tercera persona cuando estemos considerando una decisión importante, pensando que nos estamos dirigiendo a alguna otra persona. En lugar de preguntarte a ti mism@: ¿qué debo hacer?, pregúntate ¿qué debes hacer?.
Otra técnica de distanciamiento es imaginarte que tu decisión es de otra persona y verla desde su propia perspectiva. Esto puede ser muy fácil al pensar con ejemplares famosos, como si Steve Jobs estuviese tomando tu decisión. Imaginando cómo alguien puede abordar tu problema, las personas se ayudan a sí mismas inconscientemente.

La solución más fácil es dejar que l@s demás tomen las decisiones por nosotr@s. Al subcontratar nuestras elecciones, podemos aprovechar un creciente mercado de marcas y apps que ayudan a la gente a tomar sus decisiones de un modo más fácil. Por ejemplo, podemos tener nuestra ropa, comida, libros o decoración de casa elegidas para nosotr@s por otr@s.
Esta investigación subraya un deseo humano básico: queremos sentirnos como si marcáramos la diferencia. Estamos conectad@s para conectar con l@s demás y un parte interesante de tomar las decisiones de los demás es que nos permite impactar de un modo más rotundo.
Dado que l@s gestor@s y líderes tienen como tarea tomar decisiones por l@s demás a diferentes niveles (todo, desde las minucias diarias de conflictos personales hasta planes estratégicos a largo plazo) los resultados muestran que ayudar a est@s emplead@s creará mayores grados de creatividad, efectividad y realización en su trabajo.
Buen Lunes!! 🙂
Artículo Original: «Why It’s Easier to Make Decisions for Someone Else» en Harvard Business Review
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