La mayoría de nosotr@s pensamos que la memoria «perfecta» es no olvidar nunca nada, pero a lo mejor el olvidar nos ayuda a navegar por un mundo que es aleatorio y cambiante.
Esto es lo que afirman dos neurocientíficos en el semanario Neuron. Argumentan que no se supone que la memoria actúe como una grabadora de vídeo, pero sí como una lista de reglas útiles que nos ayudan a tomar mejores decisiones, menciona uno de los co-autores, Blake Richards de la Universidad de Toronto que estudia los enlaces entre la inteligencia artificial y la neurociencia. Por lo que tendría sentido que nuestros cerebros nos hiciesen olvidar información obsoleta, irrelevante que nos confundiría, o información que nos conduciría por mal camino.
Aún tenemos que encontrar los límites de lo que el cerebro humano puede almacenar, y hay más que espacio suficiente, por decir algo, en el que podemos recordarlo todo. Pero aún así, el cerebro gasta energía haciéndonos olvidar, generando nuevas neuronas que «sobreescriben» las antiguas, o debilitando las conexiones entre neuronas existentes. Pero, ¿por qué hace esto si no nos estamos quedando sin espacio?
En primer lugar, el hecho de olvidar información vieja nos puede hace más eficientes. En el nuevo paper Richards menciona un estudio de 2016 en el que l@s científic@s entrenaron a unos ratones para encontrar un laberinto de agua. La localización del laberinto cambiaba, y luego se suministraba a algunos de los ratones un medicamento que les ayudaba a olvidar la localización original. Los ratones que olvidaron la primera ronda de entrenamiento encontraron el nuevo laberinto más rápido. Tan sólo piensa en todas las veces que has memorizado el nombre equivocado y luego, más tarde, has deseado poder borrar ese recuerdo y parar de equivocarte confundiéndolo con el nombre correcto.
Olvidar información vieja también nos puede ayudar a evitar la generalización de una pieza de información. Aquí, hay muchas similitudes con la inteligencia artificial y cómo aprenden estos sistemas, según Richards. Si enseñamos a un ordenador a que reconozca caras haciendo que memorice miles de ellas, todo lo que hará será aprender las particularidades de todas esas caras específicas. Luego, cuando le exponemos a una cara nueva, el modelo no sabrá que es una cara porque nunca ha aprendido las reglas generales. En lugar de aprender que las caras son normalmente ovaladas y que tienen dos ojos, una nariz y una boca, han aprendido que algunas de esas imágenes tienen ojos azules, que otras tienen ojos marrones, que otras tienen labios más carnosos y sigue.
Los cerebros humanos también pueden caer en este problema, Richards compara esto con la historia de «Funes el Memorioso«, de Jorge Luis Borges en la que un hombre está maldecido por una memoria perfecta. Funes recuerda con un detalle exquisito, pero «no entiende por qué todo lo que experimenta es su propia foto del momento«.
Para arreglar este programa, los investigadores de la Inteligencia Artificial usan una técnica llamada «regularización«, en la que fuerzan al sistema a olvidar algunos de los detalles hasta dejarle sólo con el núcleo de la información en la que están interesados: qué es una cara, qué es un perro en comparación a un gato, etc.
El proceso de qué y cuánta información, debe olvidar el sistema es un proceso de prueba-error, tanto en los humanos como en los ordenadores. Nuestros cerebros tienden a olvidar los recuerdos de las cosas que han pasado (memoria episódica) más rápidamente que el conocimiento general (recuerdos semánticos). De todos modos, la memoria episódica tiende a desaparecer relativamente rápido, saber qué camisa llevaste hace 6 semanas raramente es útil.
Hay varios factores que influyen en esto:
- La novedad de la situación
- La atención que le estamos prestando
- La cantidad de adrenalina que hay en el sistema
Según Richards, «el principio del cerebro es olvidarlo todo excepto aquellos ejemplos que son altamente destacados«. Eventos traumáticos como un atraco, por ejemplo, se quedan pegados a nosotr@s ya que nuestro cerebro quiere que lo recordemos, y evitar cosas, hecho nos ayuda a sobrevivir.
Según Ricards, a menudo asumimos que la memoria es una cosa buena, pero «al fin y al cabo, nuestros cerebros tan sólo hacen cosas si han sido buenas para nuestra supervivencia desde un punto de vista evolutivo«. Y en el caso de la memoria, añade, nuestros cerebros probablemente han sido formados por la evolución para recordar tan sólo aquellas cosas que tienen que ver con nuestra supervivencia. De modo que a lo mejor el no ser capaz de recordar cómo conocimos a alguien es una característica de nuestro cerebro y no un error.
Buen Lunes!! 🙂
Artículo Original: «Are you forgetful? That’s just your brain erasing useless memories» en The Verge
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