Por Qué Tu Cerebro Odia A Otras Personas

Hoy me gustaría aprender un artículo de de Robert Sapolsky, profesor de biología, neurología y neurocirugía de la Universidad de Stanford.

Robert menciona que cuando era niño vio la versión del Planeta de los Simios de 1968. Como futuro primatólogo quedó hipnotizado. Años más tarde descubrió una anécdota del rodaje: a la hora de comer, las personas que representaban a los chimpancés y aquellas que representaban a los gorilas comían en grupos diferentes.

Se dice que: «Hay dos tipos de personas en el mundo: aquellas que dividen el mundo en dos tipos de personas y aquellas que no«. En realidad, hay muchas más del primer tipo. Y puede tener vastas consecuencias cuando las personas se dividen entre Nosotr@s y Ell@s, una camarilla y el resto, «la gente» (p.e: de nuestro tipo) y l@s Otr@s.

Los Humanos hacemos universalmente dicotomías Nostros/Ellos en términos de raza, etnicidad, lenguaje, religión, edad, estatus socioeconómico y sigue. Y no es que sea un paisaje bonito. Además lo hacemos con una velocidad destacable y con alta eficiencia neurobiológica; tenemos complejas taxonomías y clasificaciones de todos los modos en que que denigramos a Ellos; lo hacemos con una versatilidad que va desde la más pequeña de las microagresiones hasta los baños de sangre más salvajes; y regularmente decidimos qué es lo inferior de Ellos basándonos en pura emoción, seguida de racionalizaciones primitivas que confundimos con racionalidad. Un tanto deprimente.

Pero hay espacio para el optimismo. Gran parte de ello se basa en algo que es definitivamente humano, y es que tod@s llevamos múltiples divisiones Nosotros/Ellos en nuestras cabezas. Un Ellos en un caso puede ser un Nosotros en otro, y puede ser que en tan sólo un instante esa identidad cambie. Entonces hay esperanza para que, con la ayuda de la ciencia, los clanes y la xenofobia puedan disminuir, incluso tanto como para que esos extras de Hollywood (los gorilas y los chimpancés) puedan romper el pan juntos.

La Fuerza del Nosotros Contra Ellos

Muchas evidencias apuntan hacia que el dividir el mundo entre Nosotros y Ellos está fuertemente cableado en nuestros cerebros, con una antigua herencia evolutiva. Para los principiantes (como yo), detectamos las diferencias Nostros/Ellos con una velocidad asombrosa. Poned a alguien en una fMRI (un escáner cerebral que indica la actividad en varias regiones cerebrales bajo ciertas circunstancias). Enseñadle fotos de caras durante 50 milisegundos (la 20 parte de un segundo) en la barrera del nivel de detección. Remarcablemente, con esa pequeña exposición, el cerebro procesa las caras de Ellos de modo diferente a como procesa la cara de Nosotros.

Esto se ha estudiado vastamente con la incendiaria separación Nosotros / Ellos de la raza. Muestra brevemente la cara de alguien de raza diferente (comparándola con alguien de la misma raza) y, de media, hay una activación preferente de la amígdala, la región cerebral asociada con el miedo, la ansiedad y la agresión.

La Amígdala

Aún más, las caras de otras razas causan una activación menor que las caras de la misma raza en el córtex fusiforme, una región especializada en el reconocimiento facial y además se aplica menos precisión a la hora de recordar las caras de otros.

Córtex Fusiforme (Rosa)

El ver una grabación de una mano que se pincha con una aguja causa un «reflejo isomórfico» en el que la parte de del córtex motor de nuestra propia mano se activa, y nuestra mano se aprieta (a no ser que la mano sea de otra raza, en cuyo caso este efecto es más tenue).

Las líneas del cerebro de que dividen el Nosotros del Ellos también se demuestran con la hormona oxitocina. Su fama se debe a que sus efectos son pro-sociales (la oxitocina hace que la gente sea más confiada, cooperativa y generosa). Pero así es como la oxitocina influencia el comportamiento hacia los miembros de tu propio grupo. Cuando se trata de miembros de fuera del grupo, hace justamente lo contrario.

Oxitocina

La naturaleza automática e inconsciente de la separación del Nosotros / ellos da fe de su profundidad. Esto puede demostrarse con el endiabladamente sabio Test de Asociación Implícita. Supón que tienes un fuerte prejuicio contra los trolls, los consideras inferiores a los humanos. Para simplificarlo, esto se puede revelar con el Test de Asociación Implícita, donde los sujetos miran fotos de humanos y trolls, emparejadas con palabras que tengan connotaciones positivas o negativas. Estos emparejamientos pueden soportar la dirección de tus sesgos (p.e.: una cara humana asociada con la palabra «honesto» y una cara de troll asociada con la palabra «falso») o puede ir en contra de tus sesgos. Y a la gente tan sólo le toma una fracción de segundo el procesar pares que no encajan. Es automático. Estás procesando palabras e imágenes, y tu sesgo anti troll hace que te pauses de modo inconsciente por la disonancia que relaciona troll con «adorable» o humano con «maloliente».

Test de Asociación Implícita (IAT)

No estamos solos en el agrupamiento de Nostros/Ellos. No es novedad que otros primates pueden llevar a cabo violentas distinciones Nosotros/Ellos; al fin y al cabo los chimpancés se pueden asociar y matar sistemáticamente a los machos del grupo vecino.

Trabajo reciente en el que se ha adaptado el Test de Asociación Implícita a otras especies, sugiere que incluso otros primates tienen implícitas asociaciones negativas con Otros. El macaco mirará a fotos de miembros de su propio grupo o extraños, aparejados con imágenes que tengan connotaciones positivas o negativas. Van a mirar durante más rato a los pares que son discordantes con sus sesgos (p.e.: miembros de su propio grupo emparejados con fotos de arañas). Estos monos no pelean con sus vecinos solamente por los recursos. Tienen asociaciones negativas con ellos.

De modo que, la separación Nosotros/Ellos se muestra por:

  • La velocidad y el mínimo estímulo sensorial que requiere el cerebro para procesar las diferencias del grupo.
  • La tendencia de agrupar de acuerdo con diferencias arbitrarias y luego inbuir estas diferencias con aquellas supuestamente racionales.
  • La automatización inconsciente de este tipo de procesos.
  • Su rudimentariedad en otros primates.

Como vamos a aprender ahora, tendemos a pensar en Nosotros, pero no en Ellos; dicho rápidamente.

La Naturaleza de Nosotros

A lo largo y ancho de las culturas y de la historia, la gente que conforma el Nosotros se ve de modo más auto congratulatorio (somos más correctos, sabios, morales y nobles). El Nosotros implica hinchar los méritos de nuestros marcadores arbitrarios, cosa que puede llevar algún trabajo (racionalizar por qué nuestra comida tiene más gusto, nuestra música es más bailonga o nuestro lenguaje es más lógico o poético).

También comporta obligaciones con el otro (p.e.: en estudios llevados a cabo en estadios deportivos, un investigador que actuaba como fan, completamente ataviado con la camiseta de uno de los equipos y con necesidad de ayuda en algo, tendrá más posibilidades de ser ayudado por alguien del mismo equipo al que soporta que por alguien que soporta al equipo contrario).

El favoritismo intra grupo hace emerger una pregunta clave: en nuestro centro, ¿queremos que Nosotros los hagamos «bien» maximizando los niveles absolutos de bienestar o meramente «mejor que», maximizando el agujero que hay entre Nosotros y Ellos?

El Grupo

Típicamente afirmamos que deseamos lo primero, pero ardemos en el deseo del segundo. Esto puede ser beneficioso (en una carrera, una pérdida para el rival odiado contra una tercera parte es tan buena como una victoria para el el nuestro equipo, y para los fans más sectarios de los deportes ambos resultados activan las redes neuronales asociadas con la recompensa y con el neurotransmisor dopamina). Pero, a veces, escoger «mejor que» sobre «bien» puede ser desastroso. No es una buena manera de pensar que has ganado la Tercera Guerra Mundial si después Nosotros tenemos dos cabañas de barro y 3 antorchas, mientras que Ellos tan sólo tienen uno de cada.

Los Caminos de la Dopamina y de la Serotonina

Una de las muchas cosas más pro-sociales que hacemos por los miembros del grupo es perdonarles sus transgresiones. Cuando un Ellos hace algo mal, refleja esencialismo: es el modo en que Ellos son, en que siempre han sido y en que siempre serán. Cuando un Nosotros está equivocado, lo llevamos a interpretaciones de las circunstancias: no somos normalmente así, y esta es la circunstancia que explica por qué hemos hecho esto. Estas explicaciones situacionales para las fechorías son la razón por la que los abogados defensores quieren jurados que vean al defendido com uno de Nosotros.

Ocurre algo interesante y diferente cuando la transgresión de uno de uno de Nosotros airea Nuestros trapos sucios, afirmando un estereotipo negativo.

La vergüenza intra-grupal provoca un castigo intenso para el beneficio de Ellos. Pensemos en Rudy Giuliani, creció en Brooklyn en un enclave Italo-americano dominado por el crimen organizado. Giuliani ganó relevancia en 1985 como el abogado que perseguía a las «Cinco Familias» de la mafia, acabando destruyéndolas. Estaba motivado a ir en contra del estereotipo del «Italo-Americano» como sinónimo de crimen organizado. Si quieres a alguien que persiga ferozmente a los mafiosos, coge a un orgulloso Italo-Americano encolerizado por los estereotipos.

Rudy Giuliani

Entonces, ser uno de Nosotros comporta un conjunto de expectativas intra-grupales así como de obligaciones. ¿Es posible cambiar de una categoría de Nostros a otra? Eso es fácil, por ejemplo, en los deportes (cuando un jugador es comprado no sirve como una quinta columna, haciendo perder los partidos de su nuevo equipo en beneficio del antiguo). El núcleo de esta relación contractual es la fungibilidad entre empleador y empleado.

En el otro extremo están las partes del Nosotros que no son fungibles, que trascienden a la negociación. La gente no se vende, por ejemplo, entre los Sunnis y Shiitas, o entre los Kurdos Iraquíes a los Samis de Finlandia. Es raro que un Kurdo quiera ser Sami, y sus antepasados se removerían en sus tumbas al oírlo. Los conversos son, a menudo, sujeto de castigo por parte de aquellos a los que han abandonado y objetos de sospecha para aquellos a los que se ha unido.

La Naturaleza de Ellos

¿Pensamos o sentimos el modo en que Ellos no nos gustan?

La separación Nosotros / Ellos es cognitiva. Las clases dominantes llevan a cabo piruetas cognitivas para justificar el status quo.

Ver a los Ellos en ciertos modos amenazadores requiere de sutilidad cognitiva. Tener miedo que algunos Ellos te robaran está plagado de afecto y de particularismo. Pero temer que aquellos Ellos nos robarán los trabajos, manipularán los bancos, enturbiarán nuestra sangres, etc.. ; requiere pensamientos sobre economía, sociología y pseudociencia.

A pesar de ese rol de la cognición, el núcleo de la separación Nosotros / Ellos es emocional y automático, y se resumen cuando decimos: «No puedo decir el porque, pero está mal que Ellos hagan eso». Jonathan Haidt de la Universidad de Nueva York ha demostrado que a menudo, las cogniciones son justificaciones a toro pasado de nuestros sentimientos e intuiciones, para convencernos a nosotros mismos que hemos señalado ese porque de modo racional.

Esto queda demostrado con los estudios mediante neuroimágenes. Como hemos aprendido un poco más arriba, cuando vemos una cara de Ellos, se activa la amígdala. Esto viene mucho antes (a escala de tiempo de procesado de cerebro) que regiones más cognitivas, las regiones corticales procesen el Ellos. Las emociones ocurren primero.

Áreas Corticales

La prueba más fuerte de que esta abrasiva separación de los Ellos se origina en procesos automáticos y emocionales es que esas supuestas cogniciones racionales sobre los Ellos se pueden manipular de modo inconsciente. Pensemos en este conjunto de hallazgos: mostremos a algunos sujetos imágenes de algún país oscuro; luego, van a tener más actitudes negativas hacia el lugar si, entre las fotos, aparecen caras con expresiones de miedo a velocidades subliminales. […] La mujeres, al ovular tienen actitudes más negativas hacia los hombres de fuera del grupo.

En otras palabras, nuestras vistas viscerales y emocionales de los Ellos están formateadas por fuerzas subterráneas de las que nunca hemos sospechado. Y luego nuestras cogniciones corren para ponerse a la par de nuestros «yos» afectivos, generando la fabricación plausible que explica el por qué odiamos a Ellos. Es como un tipo de sesgo de confirmación: recordándonos apoyando más que oponiéndonos a la prueba; testeando las cosas en modos que puedan soportar pero no negar nuestra hipótesis; probando escépticamente resultados que no te gustan más que aquellos que sí.

La Heterogeneidad de Ellos

Por supuesto que, diferentes tipos de Ellos evocan diferentes sentimientos (y diferentes respuestas neurobiológicas). Lo más común es verlos como una amenaza, enfadados y de poca confianza.

Pero los Ellos no evocan solamente un sentido de amenaza; a veces es de repulsión. Esto nos descubre una región cerebral fascinante, la ínsula.

La Ínsula

En los mamíferos, responde al gusto o al olor de lago podrido, y dispara sacudidas en el estómago y varios reflejos. En otras palabras, protege a los animales de comida envenenada. En los humanos, la ínsula no tan solo media en la repugnancia sensorial, sino también en la repugnancia moral: muestra a varios sujetos alguna cosa podrida que hayan hecho y verás como su ínsula se activa. Y los Ellos que típicamente nos evocan ese sentido de repugnancia activan la ínsula tanto como la amígdala.

Tener sentimientos visceralmente negativos sobre características abstractas de los Ellos es un reto; no es fácil para la ínsula el estar disgustados por las creencias abstractas de otro grupo. Sentirse repugnados por Ellos porque como cosas repulsivas, sagradas o adorables, los satura de un perfume rancio, los viste de modo escandaloso. En palabras del psicólogo Paul Rozin de la Universidad de Pennsylvania; «El Disgusto sirve como un marcador étnico o como marcador de ‘fuera del grupo’«. El decidir que Ellos comen cosas repugnantes facilita la decisión que Ellos también tienen ideas repugnantes sobre, por ejemplo, la ética.

El Asco, de «Inside Out»

Luego están los Ellos que son ridículos, sujetos a los que ridiculizar, el humor como hostilidad. El ataque de los de fuera del grupo a los del grupo se percibe como un arma de debilidad. Pero cuando uno del grupo se ríe de alguien de fuera de fuera del grupo, solidifica los estereotipos negativos y refuerza la jerarquía.

Los Ellos también se ven frecuentemente como más homogéneos que Nosotros, con emociones más simples y menos sensibilidad al dolor. Por ejemplo, ya sea en la antigua Roma, en la Inglaterra medieval o en la China Imperial, la élite tenia un sistema de justificar los estereotipos de los esclavos como simple, inmaduros e incapaces de la independencia.

Por lo que, los diferentes Ellos vienen en diferentes sabores, con esencias inmutables y asquerosas: amenazadores y enfadados, repugnantes y repelentes, ridículos, primitivos y homogéneos.

Frío y/o Incompetente

Un trabajo importante llevado a cabo por Susan Fiske de la Universidad de Princeton, explora la taxonomía de Ellos que llevamos en nuestras cabezas. Cree que tendemos a categorizarlos en dos ejes:

  • «Amabilidad«: ¿es el individuo o grupo, un amigo o enemigo, benevolente o malevolente?
  • «Competencia«: ¿Como de efectivo puede ser el individuo o el grupo al llevar a cabo sus intenciones?»
SCM (Sterotype Cotent Model)

Los dos ejes son independientes. Como podemos aprender en la imagen anterior forman una matriz de 4 cuadrantes. Nosotros nos colocamos, como era de esperar, altos tanto en competencia como en amabilidad (H/H -admiración-). Está el otro extremo, bajo en los dos ejes (L/L); como los que solemos asignar a los vagabundos o a los adictos. Luego está el reino de los altos en amabilidad pero bajos en competencia (H/L); donde solemos asignar a las personas con discapacidades mentales, personas con dificultades. La que queda (L/H) es como las personas en el mundo en desarrollo tienden a ver a los Europeos que los colonizaron.

Cada extremo tiende a evocar sentimientos consistentes:

  • Para H/H (Nosotros) está el orgullo
  • Para L/H la envidia y el resentimiento
  • Para H/L la lástima
  • Para L/L la repugnancia

El ver dibujos de gente L/L activa la amígdala y la ínsula, pero no el área fusiforme. En contraste, ver individuos L/H o H/L activa las partes emocionales y cognitivas del córtex frontal.

Los lugares entre los extremos evocan sus propias respuestas características. Los individuos que provocan una reacción entre pena y orgullo evocan un deseo de ayuda. Flotar entre la pena y la repugnancia evoca un sentido de de exclusión. Entre el orgullo y la envidia hay un deseo de asociación y de derivación de beneficios. Entre la envidia y la repugnancia se encuentran nuestras necesidades más urgentes de atacar.

Lo más fascinante es cuando es cuando la categorización de alguien cambia:

  • De H/H a H/L: un padre que cae en la demencia, evocando una protección conmovedora.
  • De H/H a L/H: El compañero de negocios que se demuestra que ha estado desfalcando durante décadas. Traición.
  • De H/H a L/L: El raro ejemplo de ese conocido con éxito, al que «algo le pasó» y ahora es un vagabundo. Repugnancia mezclada con desconcierto, ¿Qué ha pasado?

Luego esta el L/L al L/H. Un ejemplo sería lo que pasó con la visión americana de Japón en los años 60s. «Made In Japan» venía a significar lo mismo que hoy en día «Made In China», cosas baratas de plástico. Luego de golpe «Made In Japan» significó ser más competitivo que las marcas americanas.

Un ejemplo de L/L a H/L sería cuando un vagabundo hace peripecias para devolver el monedero perdido de alguien y te das cuenta que es más decente que tus amigos.

Y, sobre el L/H a L/L, que invoca regodeo y ayuda a explicar porque la persecución de los grupos L/H a menudo incluye degradarlos al estatus L/L. Un ejemplo sería cuando los Nazis eliminaron a los enfermos mentales, que ya estaban vistos como L/L, matándolos; en contraste, el tratamiento previo a los asesinatos de los judíos (L/H) incluía obligarlos a llevar brazaletes amarillos degradantes, cortarles las barbas, etc..

Brazalete Amarillo de los Judíos

Disminuyendo El Impacto Nosotros/Ellos

¿Cómo podemos hacer que se evaporen estas dicotomías?

En el artículo original, Robert comparte y explica ampliamente algunos de los pensamientos que dan respuesta a esta pregunta. En el Brain Feeling los intentaré resumir, podréis visitar el artículo original para más detalle.

Estos son algunos de los pensamientos:

  • Contacto: Se trata de la teoría del contacto del psicólogo Gordon Allport de los años 50s. En versión reducida: juntemos a los Nosotros y a los Ellos, veremos como desaparecen las hostilidades, y las similitudes debilitan las diferencias, cada uno se convierte en un Nosotros.
  • Acercándose al Implícito: para disminuir el impacto en la diferenciación implícita es, por ejemplo, hacer que las personas demuestren sus sesgos implícitos.
  • Aplanar las Jerarquías: ayuda también a la homogeneización del Nosotros/Ellos.

Conclusiones

Desde las barbaries masivas hasta las pequeñas microagresiones, el Nosotros contra Ellos ha producido océanos de dolor. La meta no pasa por «curarnos» a todos de la dicotomía Nostros/Ellos; es imposible a no ser que no tengamos amígdala.

Aquí hablo yo, pero comparto exactamente la conclusión de Robert. Soy un poco solitario, pero alguno de los momentos más felices de mi vida han venido del sentimiento de sentirme un Nosotros, sentirme aceptado, a salvo y no solo. Sentirse parte de algo mayor y envolver, con un sentido de estar en el lado correcto y estar haciendo lo correcto sienta muy bien.

Si aceptamos que siempre van a haber bandos, es difícil estar siempre en el bando de los ángeles. No confiemos en el esencialismo. Centrémonos en las metas compartidas. Practiquemos la empatía. Individualicemos, Individualicemos.

Sino llegaremos a dicotomías absurdas como esta:

Buen Domingo!! 🙂


Artículo Original: «Why Your Brain Hates Other People» en Nautilus

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