Incluso si últimamente tan sólo has mirado las noticias en diagonal lo más probable es que estés al corriente: estos son unos tiempos inciertos. Pero de lo que posiblemente no estés tan al corriente es que los seres humanos, debido a tiempos pretéritos en nuestra historia de la evolución, no estamos construidos para lidiar con la incertidumbre.
Ponte a ti mism@ en un entorno salvaje, semi boscoso. Hay depredadores (a lo mejor los hay o a lo mejor no los hay). Es realmente el no saber lo que te tiene en vilo. Cada vez que algo desconocido invade nuestro entorno, nos preocupamos por si nos puede matar, del mismo modo que lo hacían nuestros ancestros. Eso es cierto tanto para las criaturas físicas que nunca nos hemos encontrado (incluso para las inofensivas) como también es cierto para las ideas y los conceptos que parecen potencialmente peligrosos.
Esta ansiedad nos pone en un estado de stress aumentado. Dopados con más adrenalina y cortisol, todo nuestro cerebro se ve controlado por una única región, la amígdala. Evolucionariamente este hecho era útil. Habíamos evolucionado para vivir es estos estados de alto stress, al menos para pequeños momentos: Hay un Leon, corre!

Pero hoy, el volver a nuestros estados mentales base no es tan fácil como determinar si hay un león on tan solo un ratón que está haciendo ruido. Por ejemplo, en nuestro entorno político actual, la incertidumbre sobre lo que pasa a nuestro alrededor y qué es lo próximo puede durar semanas o meses. Esto hace que nuestros sistemas nerviosos acaben exhaustos, nos dejan barridos, como un flan, ansiando un final.
Nuestros cerebros, fatigados, prueban y crean certidumbre en uno de estos tres modos:
- Tomamos decisiones prematuras. Nos decidimos en algo, a menudo demasiado temprano, tan sólo para cerrar el tema y sentirnos mejor.
- Nos congelamos y no tomamos ninguna decisión en absoluto. Nos vemos abrumados y no podemos tomar ninguna acción, y nos sentimos victimizados por las circunstancias.
- Rellenamos los agujeros de lo que no sabemos con asunciones sin fundamento y las etiquetamos como hechos. Creamos historias infundadas en nuestras cabezas que nos nos llevan por mal camino o nos causan aún más stress. Son cosas como: «Todo va a acabar horriblemente» o «Todo va a ir bien»
¡Malas Noticias! Estas 3 estrategias fallan. Cada una nos deja aún más stressad@s. De modo que mientras no podamos poner orden en el mundo, en toda esta complejidad caótica e inductora de ansiedad, podemos imponer orden en nuestro pobre y cansado cerebro. Aprendamos algunos modos de prepararnos a nosotr@s mism@s en tiempos de incertidumbre, de modo que podamos sentirnos más centrad@s y, a lo mejor, actuar con un poco más de claridad.
Crea «Cubos de Certidumbre»
Imagina que tu mente es una balanza: en un lado hay un cubo etiquetado como «Cosas que se» y en el otro uno etiquetado como «Cosas que no se«. Si lo que quieres es cargar más el lado de «Cosas que no se», tienes que poner más cosas cosas también en el lado opuesto (las cosas que sabes). Para que nuestro cerebro alcance algo parecido al equilibrio, los dos lados tienen que ser aproximadamente iguales.
¿Cómo? Vuelve a los antiguos favoritos. Vuelve a leer un libro o dos (seguro que hay alguno que no has tocado des de que estudiabas) o revisita una película o una serie de televisión que adoras.
Planifica tus comidas para todo el día o para toda la semana. Incluso puedes ir más allá y seguir la rutina de la coreógrafa Twyla Tharp: se levanta cada día a la misma hora, come el mismo desayuno, hace el mismo ejercicio; todo para dar espacio a la incertidumbre de la coreografía.
El añadir un poco más de rutina nos puede ayudar a encontrar nuestro propio centro. Cuantas más cosas haya en tu vida de las que sepas que son ciertas, hará que tengas más aguante emocional para afrontar aquellas cosas que no conoces tan bien.
Piensa Como Un@ Jugadr@ De Póker
Annie Duke (campeona de póker) afirma que la clave para tomar buenas decisiones en un entorno tan incierto como una partida de póker es pensar en términos de probabilidades. Duke acepta que, después de mitigar los riesgos del mejor modo que puede, continuará estando correcta una pequeña parte del tiempo. Menciona que: «Cuando eres una jugadora de póker, siempre tienes que pensar probabilísticamente»
Cuando Duke le compró a su novio una chaqueta, las probailidades que le gustase a él eran del 50%. Afirma que esto la ayudó a estar preparada por si a él no le gustaba la chaqueta, de modo que no se convirtiese en una gran desilusión.
Admítelo y Abrázalo
Es más fácil decirlo que hacerlo, ¿no? Quzás no tanto cómo puedas pensar. Ser dueñ@ de tu incertidumbre empieza simplemente por admitir cómo te hacen sentir aquellas emociones de miedo y de stress elevado, serán tus guías de la historia. Tan sólo debes de admitir conscientemente que los estás experimentando, cosas que; dado que se trata de una experiencia negativa; nuestro instinto trata de negar y de escapar de ellas (nunca funciona).
En lugar de hacerlo, verbalízalo y añade algo al final que contrabalance los sentimientos negativos que estás admitiendo: Dilo en voz alta: «Me siento ansioso, y mi vida es dichosa» o «Me siento abrumad@, y eso está bien». Los terapeutas cognitivos del comportamiento utilizan métodos como estos siempre para ayudar a alguien a reformular y aceptar emociones que, de otro modo, serían abrumadoras. En muchos casos, estos ejercicios ayudan a menguar esas emociones.
Compra Una Entrada De Cine
La evolución ocurrió también para infundir a nuestros cerebros con otra fuerte tendencia: una profunda susceptibilidad para la narrativa. De modo que mira qué películas hacen, fíjate en los thrillers o en las de misterio y compra una entrada.
También puedes escoger un libro, que también hará que te sientes un rato. Entonces cuando estés a punto de llegar al punto cúspide en que todo el misterio de la trama se revela, PARA. (Si estás en el cine ve al lavabo o coger otro refresco). Siéntate y piensa en lo que estás sintiendo en ese momento. Date cuenta de cómo quieres querer saber. Date cuenta de cómo se siente tu cuerpo, de cómo tu mente no puede parar. Data cuenta si estás o no preocupad@.
Ahora, vuelve a la historia y mira cómo acaba. Luego date cuenta que ninguna de tus reacciones tienen efecto alguno sobre el resultado. Lo que pasó, pasó. También puedes revisar la historia y sobrepesar las probabilidades de los diferentes resultados a medida que lo haces.
Finalmente, recuerda que todos nos contamos historias, y a menudo nos hacen sentir peor, no mejor. Preveemos un futuro de cosas terribles y luego vivimos en ese futuro, incluso si ninguna de esas cosas que hemos anticipado haya pasao antes y nunca vaya a pasar; es una reacción natural; cuando no se convierte en una profecía autocumplida. Tampoco significa que nunca vaya a ocurrir, claro. A veces, sí que hay un león detrás del arbusto. Otras, es nuestra expectación, que ha desatado la preocupación de que allí pueda estar el león.
De modo que, en lugar de pensar historias sobre catástrofes inminentes, intenta vivir más con lo que actualmente está sucediendo y menos con lo que podría suceder. Ya es bastante duro hacerlo así.
Buen Martes!! 🙂
Artículo Original: «Here’s Your Brain’s New User Manual For Uncertain Times» en Fast Company