Hace una década, Ryan Estis (consultor de negocio) transicionó de ser un comercial a primera línea de ‘guerra’ a ser un manager. Pasó de un entorno en el que su trabajo consistía en hacer que l@s client@s estuviesen content@s a uno en el que era totalmente crítico pedir responsabilidades a su equipo.
Según afirma, «Pasar de ser del que más producía a ser manager fue literalmente la transición más dura en mi carrera. Son dos trabajos totalmente diferentes». Cuando se trata de vender, estás entrenad@ para hacer que le gustes a la gente, mediante elementos cómo el reflejo del lenguaje corporal.
Afirma que inicialmente falló en su intento de hacer que las personas se hiciesen responsables de los objetivos detrás del cuál se hallaba un intento de ser popular. Esquivó varias conversaciones complicadas. Y toda esa evitación generó un conjunto de inconsistencias que afectaron al rendimiento.
Su equipo no sabía nunca qué es lo que debían esperar de él. Después de varios pasos en falso, Estis afirma que superó sus modos de complacer a las personas mediante una aproximación sistematizada, que le permitió eliminar parte de las emociones del management.
Mapeando objetivos claros con la responsabilidad y con sus mecanismos, el managing se convirtió más en algo sobre el rendimiento.
Podía mirar hacia los objetivos y las responsabilidades y asegurar que las personas estaban haciendo su trabajo. Cuando no lo hacían, podía dirigir acciones específicas para mejorar la situación; ya fuese más recursos o trainings para el/la emplead@ o sobre otros obstáculos en su camino.

A tod@s nos gusta gustar, pero hay una línea entre ser un manager fuerte que todo el mundo quiere y ser un complaciente. Según Ilene Marcus, consultora del puesto de trabajo, l@s buen@s managers cruzan esa línea bajo su propia responsabilidad.
Ser complaciente incluye una gran variedad de comportamientos como:
- Decir «si» cuando no quieres decirlo.
- Usar tópicos vacíos para congraciarse con alguien.
- Evitar conversaciones difíciles.
- Evitar el conflicto.
L@s complacientes toman el camino de menor resistencia
A pesar de la razón que se esconda detrás de ello, intentar complacer a todas las personas siempre es una receta fabulosa para el desastre de tu carrera.
Aprendamos algunos modos de cómo ser una persona complaciente está minando nuestra efectividad como managers y cómo podemos cambiar ese comportamiento.
Está Erosionando Tu Credibilidad
Como afirma, Shawn Hunter; no pienses que ser «buen@» ayuda a que tus emplead@s se sientan cómod@s contigo. De hecho puede estar haciendo lo contrario.
«Es una trampa satisfacer constantemente a las personas con clichés». El cumplido de verdad es esperar la excelencia en l@s demás, porque demuestra que crees en ell@s.
Pero si estás constantemente diciéndoles que llevan a cabo un buen trabajo, cuando no es verdad, lo único que conseguirás es sonar fals@ cuando lo estés diciendo en un caso que sí sea cierto y te verán capaz de verte como alguien que puede marcarles el ritmo cuando sea necesario.
Ser «una persona sí» hacia nuestros superiores puede ser incluso peor, ya que les puede llevar a pensar que no tienes la suficiente fuerza como para avanzar en la compañía.
Te Hace Sentir Mal
Reconozcámoslo: a nadie le gusta sentirse como un felpudo. Pagaremos un peaje caro si evitamos pedir constantemente lo que necesitamos o decimos que «sí» a proyectos y peticiones, simplemente para evitar el conflicto.
La recomendación pasa por llevar a cabo una reflexión y una revisión después de aceptar ciertas tareas y responsabilidades. Revisión que pasa por hacernos preguntas cómo:
- ¿Cómo te sentiste después de aceptarlas?
- ¿Empezaste la conversación con la intención de rechazar esa tarea pero la aceptaste finalmente?
- ¿Te arrepientes de haber aceptado esa tarea o ese rol?
Entonces es momento de empezar a decir «no» (como hemos aprendido en muchos Brain Feelings, saber decir no es muy imporante).
«Si complaces a la gente siempre diciendo ‘sí’; empieza a decir ‘no’ […] No es una cosa que salga fácil, tenemos que practicarla». Pero te va a ayudar a volver a poner en vereda el cómo gastar tu tiempo o cómo dedicar tus recursos.
Tus Empleados Serán Menos Leales
Mientras que l@s complacientes buscan la validación mediante el gustar al resto; la validación de un buen manager pasa por los resultados. Mucha gente piensa que si gustan a sus trabajador@s, éstos le van a seguir más y más, a la vez que van a hacer mejor su trabajo.
Pero la realidad es que, nuestr@s trabajadores nos aprecian más cuando les aportamos recursos, herramientas, dirección y otros elementos que les ayuden a seguir adelante. Si te perciben como una persona ‘sí’, van a parar de venir a por tu ayuda.
Céntrate en los resultados. Trabaja con el objetivo de obtener tu validación a partir de los retos superados y de los objetivos alcanzados. Al centrarte en los factores que importan para el éxito del equipo vas a ganarte más su confianza ya que sabrán que te estás esforzando en crear un entorno que propicia su propio éxito.
Disuade a Las Personas de Ser Ell@s Mism@s
Como manager que eres, tu tarea es marcar el camino de tu equipo. Si se percibe que no te gusta el conflicto, lo que puede ocurrir es que tu equipo también lo evite. Esto se convierte en una barrera para que las personas demuestren más autenticidad, compartan sentimientos y expresen opiniones e ideas genuinas por miedo a tirarse piedras sobre su propio tejado. Esta vacilación crea una cultura de homogeneidad que reprime la innovación y dificulta que la gente sea ella misma.
«No estás alentando que la gente se más auténtica y genuina en el trabajo y muestre atributos más profundos, poderosos y creativos de ell@s mism@s que podrían acelerar el negocio«.
Buen Martes!! 🙂
Artículo Original: «Why Trying To Be a People Pleaser Makes You A Bad Boss» en FastCompany.
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