Detrás de nuestra ansiedad, el miedo a no ser necesitad@s

La ansiedad es un problema que más o menos nos afecta a tod@s hoy en día. Por causas variadas está allí presente; pero no debemos olvidar que tenemos que mantenerla bajo control, también es una enfermedad mental.

Desde el miedo, las creencias y el stress crece un árbol maligno que nos puede conducir a peores desordenes. Fijaos en el árbol de la ansiedad:

El Árbol de la Andiedad
El Árbol de la Andiedad

En el Brain Feeling de hoy me gustaría aprender con vostr@s un artículo del Dalai Lama en el New York Times sobre la ansiedad, sobre qué es lo que hay detrás de ella.

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De muchos modos distintos, nunca ha habido un mejor tiempo para vivir que ahora. Aún queda violencia en algunos rincones del mundo y aún hay que viven sometid@s al yugo de regímenes tiránicos. Y, a pesar que las mayores fes del mundo nos enseñan amor, compasión y tolerancia, la violencia más descarnada es la que se está llevando a cabo en nombre de la religión.

Y sí, poc@s somos pobres, pocos hambrientos, mueren menos niñ@s y más mujeres y hombres saben leer, como nunca antes había pasado. En muchos países, el reconocimiento de los derechos de las minorías y de las mujeres ya se ha convertido en norma. Aún queda mucho por hacer; pero hay esperanza y hay progreso.

Entonces… qué extraño es, ver el gran descontento, la gran ira que hay en algunos de los países más ricos del mundo. En los Estados Unidos, en Gran Bretaña y a lo largo y ancho del continente Europeo, las personas están convulsas con la frustración política y la ansiedad sobre el futuro. L@s refugiad@s y l@s emigrantes claman por una oportunidad de vivir en estos países prósperos y seguros; pero los que ya viven en ellos, en estas tierras prometidas, demuestran un gran desasosiego sobre sus propios futuros que roza la falta de esperanza total.

¿Por qué?

Una pequeña pista viene de la investigación interesante sobre cómo las personas nos desarrollamos. En un sorprendente experimento, l@s investigador@s demostraron que l@s ciudadan@s más mayores que no se sentían útiles a los demás eran más proclives a morir prematuramente que aquell@s que sí se sentían útiles. Esto demuestra una verdad humana más amplia:

TOD@S NECESITAMOS SER NECESITADOS

Ser «necesitad@s» no implica orgullo egoísta o un apego poco saludable a la estima de los demás. Consiste en una hambre natural humana de servir a nuestros semejantes, hombres y mujeres. Como enseñaron en el siglo XIII sabios Budistas: «Si uno enciende el fuego de los demás, también iluminará su camino«

En apariencia todas las religiones mayores del mundo nos enseñan que trabajar diligentemente al servicio de los demás es nuestra naturaleza más grande y que por lo tanto reside en el centro de una vida feliz. Se ha demostrado, en diferentes encuestas científicas, que estos dogmas de nuestras fes son ciertos. Los Americanos que priorizan el hacer el bien para otros afirman ser el doble de felices en sus vidas que los que no lo hacen. En Alemania, las personas que buscan servir a la sociedad son más proclives a ser hasta 5 veces más felices que aquellos que no ven este servicio como importante. La abnegación y la alegría están entrelazados.

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Esto nos ayuda a explicar el porqué el dolor y la indignación están arrasando en los países prósperos. El problema no es una falta de bienes materiales. Es el número creciente de personas que piensan que ya no son útiles, que ya no son necesarias en sus sociedades.

Si comparamos la América de hoy con la de hace 50 años, el número de hombres en edad de trabajar que se encuentran fuera de la fuerza de trabajo, se triplica. Es patrón se repite a lo largo de todo el mundo desarrollado (y las consecuencias no son tan solo económicas). Sentirse superfluo es una bomba para el espíritu humano. Conduce a aislamiento social y dolor emocional y crea las condiciones ideales para que las emociones negativas radiquen.

¿Qué podemos hacer para ayudar?

La primera respuesta no es sistemática. Es personal. Cada un@ de nostr@s tiene alguna cosa de valor para compartir. Deberíamos empezar cada día, preguntándonos de manera consciente cosas cómo: «¿Qué puedo hacer hoy para apreciar los presentes que los otros me ofrecen?«

Necesitamos estar seguros que la hermandad global y la unidad con los demás no son tan solo ideas abstractas que podamos profesar pero sí  compromisos personales que ponemos en práctica de modo totalmente consciente.

Cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de convertir esto en un hábito. Especialmente aquell@s en posiciones de responsabilidad que tienen la oportunidad especial de expandir la inclusión y de construir sociedades que realmente necesiten a tod@s.

Los líderes necesitan reconocer que una sociedad compasiva debe crear una riqueza de oportunidades para trabajo significativo, de modo que todo aquel que sea capaz de contribuir  pueda hacerlo. Una sociedad compasiva dede proveer a l@s niñ@s con educación y entrenamiento que enriquezca sus vidas, en todos los sentidos; ya sea con un mejor entendimiento ético y con aptitudes prácticas que puedan conducir a seguridad económica y a paz interior. Una sociedad compasiva debe proteger al vulnerable a la vez que se asegura que aquellas políticas no atrapan a las personas en la miseria y en la dependencia.

Construir una sociedad no es tarea fácil. Ninguna ideología ni ningún partido político tiene todas las respuestas. Pensamientos mal informados de todos los lados contribuyen a la exclusión social de modo que la derrota viene tomando soluciones innovativas de todos los lados.

De hecho, lo que une a dos de nosotros en amistad y colaboración no son las políticas compartidas o la misma religión. Se trata de algo más simple: un sentimiento compartido en la compasión, en la dignidad humana y en la utilidad intrínsica de cada una de las personas a contribuir positivamente a un mundo mejor y más lleno de significado.

Muchos están confundidos y asustados de ver cómo la ira y la frustación barren las sociedades que gozan de seguridad y prosperidad histórica. Pero su rechazo a estar contentos con la seguridad material y física demuestra algo bello: un hambre humana universal de ser necesitados. Trabajemos junt@s para construir una sociedad que alimente este hambre.

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Creo que vale la pena que reflexionemos, Especialmente que reflexionemos todos los que sufrimos ansiedad e intentemos ver cuál es la fuente de la que ésta nace.

Tengamos también en cuenta su ciclo de autoalimentación:

Autoalimentación de la Ansiedad
Autoalimentación de la Ansiedad

No tengamos miedo, tenemos mucho que ofrecer; no nos preocupemos por ello.


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