Hoy me gustaría aprender cómo decidir cuándo es necesario y si vale la pena gastar recursos en arreglar nuestras debilidades o, por otro lado, centrarnos en nuestros puntos fuertes.
Pongamos que sólo tienes tiempo para concentrarte en mejorar una cosa en tu vida ahora mismo, ¿en qué te centrarás: en algo que no dominas o en algo en lo que eres bastante buen@?
La mayoría afirmará que debes concentrarte en tus puntos fuertes. Con libros de autoayuda como Strengths Based Leadership y Now, Discover Your Strengths, los autores han encontrado un modo de vida en el que argumentan que debemos abandonar todo intento de corregir nuestras debilidades y aplicar el doble de esfuerzo en mejorar lo que nos hace buen@s.
Solamente hay un problema con este consejo: a menudo, ¡no funciona!
Esto no se debe sólo a que la vida es complicada y que cada situación requiera una única respuesta. En lugar de ello, la línea entre lo que es una debilidad en la que debemos trabajar o ignorar es diáfanamente clara y simple.
Cuándo deberíamos centrarnos en nuestros puntos fuertes 💪🏼
La lógica que hay tras el concentrarse en nuestras fortalezas es la especialización y el retorno continuamente creciente hacia la maestría.
Albert Einstein no necesitaba ser un buen pintor, panadero o sastre. Podía disfrutar el arte, comer galletas y llevar trajes, todo hecho por alguien más. Gastar más tiempo intentando mejorar sus aptitudes para cocinar le hubiese robado unas horas preciosas para desarrollar la teoría de la relatividad general.
De manera similar, el valor de la ciencia de Einstein, provenía de los avances punteros del conocimiento humano. Quizá hubiese sido útil que se hubiese dedicado tan solo medio día a ello. Esto es válido tanto si estás desarrollando una nueva ciencia como si no.
Esto nos ilustra el caso central en el que nos deberíamos centrar en nuestras fortalezas:
- La especialización es posible. La cocina de magdalenas de Einstein se puede ignorar con toda tranquilidad.
- La maestría importa. El éxito de Einstein dependió en ser el MEJOR físico, no uno del montón.
Cuándo deberíamos centrarnos en nuestras debilidades 🙇🏽
La lógica que hay tras arreglar nuestras debilidades es uno de los cuellos de botella y uno de los elementos más ineludibles.
Supongamos, por ejemplo, que Albert Einstein, como el visionario brillante y pensador imaginativo que era, hubiese sido incapaz de llevar a cabo los cálculos necesarios. En contraposición con su falta de talento con la bollería, el hecho de no poder hacer los cálculos hubiese sido un error garrafal. Por lo que no eran meramente los experimentos de pensamiento lo que lo llevaron hasta su éxito en la ciencia, sino convertir esos pensamientos en matemáticas que otras personas pudiesen testear y confirmar.
La matemática tras la relatividad general, por ejemplo, era tan temible que le llevó a Einstein años adaptar su mente a ella. Su biógrafo argumenta que el científico desarrolló problemas estomacales debidos al estrés. Pero la matemática era ineludible. Se tenía que hacer o el trabajo no contaría para nada.
Einstein no podía delegar «el desarrollo de las matemáticas» a alguien más dado que estaba intrínsecamente ligado a su trabajo como físico. De modo parecido, si no podía delegar «comunicando su idea», ¿cómo sería capaz de hacerlo?
Esta situación teórica nos ilustra el caso central en el que arreglar nuestras debilidades:
- La separación es imposible. Einstein no podía dejar que alguien diferente hiciese los cálculos.
- La debilidad empeora el todo. Si los cálculos de Einstein son malos, la teoría será mala. Fallar en uno, minará todo el esfuerzo.
La línea divisoria entre arreglar o ignorar las debilidades
Con estos dos casos paradigmáticos en mente, revisemos algunas preguntas que nos podemos hacer para decidir si debemos centrarnos en arreglar nuestras debilidades o centrarnos solamente en nuestros puntos fuertes:
1.¿Puedes delegar tu debilidad?
¿Te es posible hacer que alguien trabaje en tu debilidad? Si puedes delegar, comprar o alquilar o abstraer todo eso en lo que no eres buen@, suele ser una solución mucho mejor que arreglar tus debilidades.
2.¿Puedes ignorar/minimizar tus debilidades?
Si no encuentras modo de delegar una debilidad, puedes ignorarla tranquilamente. Si eres un@ escritor@ que no eres muy divertid@, no tienes porque incorporar el humor y la comedia en tu prosa. Si eres mal@ con las matemáticas, puedes evitar que tu carrera se base en la virtuosidad numérica.
3.¿Quieres mejorar tu debilidad?
A veces una debilidad es meramente una fortaleza no descubierta. A menudo es la falta de práctica más que la falta de talento lo que hace que nuestras debilidades cojeen. Por lo tanto, si realmente quieres mejorar tus debilidades, ese es el mejor síntoma para trabajar en ellas más que en cualquier otra cosa.
Por supuesto que lo contrario también es cierto. Si odias trabajar en tus debilidades y estás más motivad@ en abordar las cosas en las que eres buen@, ese será un camino mejor que recorrer. Aunque importa si esas debilidades pueden o deben ser ignoradas, más importante es si realmente deseas arreglarlas.
Buen Domingo!! 🙂
One More Thing…
Os dejo este vídeo, titulado: «La debilidad de la fortaleza»
Artículo Original: «Should You Fix Weaknesses or Focus on Strengths? Here’s How to Decide» en Scott H. Young