Hay una cosa cierta que me decía siempre mi padre: «El cementerio está lleno de valientes«.
Esta frase se puede tomar en diferentes sentidos, el que suelo utilizar yo es el que se refiere a lo comúnmente se le dice «hacerse el macho». Me explico: he visto muchas situaciones en el trabajo en que algun@ compañer@ ha renunciado explícitamente a tener ayuda cuando claramente la necesitaba, cuando realmente veías que no sabía por dónde continuar su trabajo ni cómo hacerlo, ni siquiera por donde empezarlo. Pero a pesar de los esfuerzos de muchas personas, siempre rechazan la ayuda y quieren «hacerse el macho» para demostrar que pueden, para demostrar que son capaces, para no parecer vulnerables ni débiles, para esconder que aún no lo han aprendido, en definitiva para «marcar paquete». Cierto es que a veces suelen salir del apuro, pero en muchos casos no lo hacen y los van acumulando hasta que llega un momento en que su falta de trabajo efectivo se hace patente y, entonces, ya es tarde. «El cementerio está lleno de valientes».
En mi opinión, esta actitud tiene mucho que ver con querer demostrar algo, algo que es indemostrable si no tienes los conocimientos suficientes: que los sabes hacer o que te sabes apañar la vida para hacerlo.
Hay veces que simplemente no lo sabemos hacer o que no sabemos por dónde empezar para poder tirar del hilo y apañarnos la vida. ¿Lo podemos atribuir a que tenemos miedo de que, pidiendo ayuda, podamos parecer más débiles? Bueno, es una de las posibilidades. Si este es el caso, hoy, aprenderemos un modo de pedir ayuda y que no nos haga sentir vulnerables al hacerlo.
Muchas personas que experimentan estrés en el trabajo se limitan a bajar la cabeza y a aguantar el chaparrón, actitud que, de hecho, no es la más eficiente para afrontar este tipo de situaciones. El mejor modo de reducir el estrés relacionado con el trabajo es pedir ayuda a nuestr@s compañer@s.
Hay que destacar que pedir ayuda no es lo mismo que querer que tus compañer@s se compadezcan de ti. Si no que se trata de construir, de crear un resultado mejor. Pero, ¿a quién pedir ayuda? Podemos intentar deducir a quién si nos hacemos estas 3 preguntas:
- ¿Quién tiene experiencia en el área que necesito mejorar?
- ¿A quién he ayudado en el pasado?
- ¿Con quién puedo confiar?
Pedir ayuda no es lo mismo que querer que tus compañer@s se compadezcan de ti
En un puesto de trabajo ideal, en algún lugar de esta lista estaría tu jef@. Sin embargo, muchos lugares de trabajo no son ideales, con lo que puede ser que no aparezca por ninguna parte.
La barreras más grandes para pedir ayuda a tu jef@ u a otr@s compañer@s son la vulnerabilidad, miedo de ser juzgad@, y el miedo al rechazo. Saber en quién confiar puede ser un reto, especialmente si no has construido relaciones fuertes en el trabajo. Nunca es buen momento en que siente bien que te juzguen o que te vean menos competente de lo que eres. A lo mejor le pides ayuda a alguien que te la denegue. Como mínimo, un rechazo será miserable y añadirá más presión al sentimiento de presión que estás teniendo.
A priori, todas estas parecen ser buenas razones por las que no pedir ayuda; pero no lo son. Los clichés: «Puedes tener excusas o conseguir tus metas pero no ambas cosas» o «El cementerio está lleno de valientes» deben servirte de guía. Piensa en qué pasará si no pides ayuda. Te vas a quemar (laboralmente hablando).
Envuelve tu petición con frases como:
- «Necesito tu ayuda. He intentado todo esto pero no me ha funcionado. ¿Sabes de algún curso o algún lugar donde pueda mirar?»
- «Necesito tu sabiduría. Sé que te has encontrado con esta situación antes, ¿cómo lo hiciste? ¿por dónde tiro?»
Haz que la petición sea corta, clara y esté libre de cualquier matiz emocional. El lenguaje importa.
Si ya has evaluado el nivel de confianza y dado forma al lenguaje que utilizarás en tu petición, el mero hecho de pedir ayuda cuando estás realmente estresad@ sentará las bases para la creación de una relación muy positiva, lo que a su vez puede reducir el estrés y las posibilidades de que te quemes.
Pedir ayuda puede demostrar vulnerabilidad, pero el mostrar tu vulnerabilidad también ayuda a construir confianza. Al construir confianza, construyes relaciones más profundas. Más que ver el hecho de pedir ayuda como un signo de tu debilidad, míralo como una oportunidad de crecimiento. También estarás desarrollando una oportunidad para mostrarte agradecido a un@ compañer@. El agradecimiento no tan sólo hace que quien lo recibe se sienta bien, también mejora las emociones positivas de quien lo da.
Antes que invertir el doble de energía para obtener la mitad del resultado bajando la cabeza y lidiando sol@s con ello, escojamos estratégicamente reducir el impacto negativo que el estrés tiene en nuestro rendimiento.
Se lo suficientemente valiente para pedir ayuda a compañer@s en los que confías. El mero acto de pedir ayuda no tan solo tiene el potencial de reducir tu nivel de estrés, mejorar el resultado de tus tareas y evitar que te quemes, sino que también avivará la construcción de tus relaciones en el trabajo.
Recuerda: primero pregunta, sé concret@, y siempre demuestra cuánto aprecias esa ayuda. Si no lo haces, ya sabes donde puedes acabar, en el «cementerio».
Buen Martes!! 🙂
Artículo Original: «How to ask for help at work without looking weak» en Quartz
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