Una antigua disputa rabia en el mismo corazón de tu esfuerzo creativo: Tu yo racional y lógico y su borroso intuitivo rival están en disputa constante.
Imagina que te cruzas con un viejo árbol.
Desconcertad@ por el espectáculo de sus pequeños leños y ramas puedes llegar a sentir su rugido. Observas como la luz del sol cae a través de sus incontables hojas orquestrando un espectacular patrón ante tus pies.
O bien, podrías pensar: «Esto es un árbol» y seguir tu camino.
Pensamiento Verbal – Lógico
En la segunda pasada reducimos lo que vemos a etiquetas, en nuestro ejemplo la etiqueta «árbol». Buscamos una conclusión y solo queremos saber «¿qué es?». Una vez hemos identificado algo, ya somos libres para dirigir nuestra atención y energía hacia otro lado.
Esta reducción fomenta todo tipo de razonamiento lógico y preciso. Es genial si, por ejemplo, queremos contar árboles. Pero deja demasiadas cosas fuera de la ecuación.
Pensamiento visual – Intuición
Si nos resistimos al uso de etiquetas y miramos las cosas, entonces veremos mucho más. Nuestra predisposición a desaprender nos permite descubrir la opulencia de la situación presente.
Dado que estamos abiert@s a nuevas sensaciones, recopilamos mucha más información para crear nuevas conexiones, nuevas ideas. Alcanzamos un conocimiento intuitivo de la situación y reconocemos patrones. Por lo que no tan solo podemos manejar situaciones increíblemente complejas sino que también podemos disfrutarlas.
El pensamiento visual paralelo está abierto a la complejidad. Es difuso y está sometido a mucho menos control.
Diferentes tareas requieren diferentes modos de pensamiento.
Escribir software u organizar tu proyecto creativo requiere una mentalidad lineal y concentrada. Por otro lado, tareas complejas tales como reconocer caras o sobrevivir a una fiesta se pueden abordar mejor con una mentalidad intuitiva.
Pensamiento Flexible
La clave para la creatividad es alternar entre estos dos modos diferentes de pensamiento. Discernirlos y ser conscientes de su mejor y más exitosa dedicación.
Convergencia – de la intuición a la razón
La base para cualquier tipo de actividad creativa es ser perceptiv@. Cuanto más «ingieras», más ideas ocurrirán en tu mente. En las fases de la percepción estamos abiert@s y abandonamos cualquier tipo de restricción crítica o de juicio. Más es más.
Por supuesto que, llegado un punto, querremos condensar todas esas impresiones en algo que podamos compartir con l@s demás. Seguir con una mentalidad razonable nos puede ayudar a estructurar y comunicar lo que hemos experimentado.
Divergencia – de la razón a la intuición
El camino inverso es igualmente importante: primero definimos claramente un terreno de juego creativo usando pensamiento lógico y verbal. Por ejemplo, decimos: «durante la próxima hora dibujaré todo lo que pase por mi cabeza en una única hoja de papel«. Después de haber creado este «concepto creativo» podemos cambiar a una mentalidad visual que nos haga más perceptiv@s para poder capturar todos estos pensamientos.
El proceso de «incubación creativa» sigue una dirección similar: después de «ingerir» un montón de información sobre una materia (mediante pensamiento razonable) permitimos que se asiente y permitimos que nuestro lado intuitivo cree nuevas conexiones dentro de la seguridad de nuestro subconsciente.
¿Qué puede ir mal?
Mucho de los dramas (grandes y pequeños) que nos encontramos en nuestro proceso creativo se deben a conflictos entre estos dos modos de pensar.
¿Recuerdas la última vez en que tu mente racional presionó demasiado a tu mente intuitiva? «¡Date prisa! ¡Se más creativ@!»
El pensamiento intuitivo se puede seducir, se puede invitar, per difícilmente se puede forzar. Nuestro pensamiento verbal racional (ser el bully controlador que a veces es) puede molestar o incluso ahogar un proceso intuitivo y llevarnos a un bloqueo creativo total.
Por otro lado, si estamos en una fase en que necesitamos concentrarnos y coordinar nuestras ideas, demasiado pensamiento intuitivo puede distraernos. Como resultado tendremos una pronunciada confusión sobre qué es lo que realmente tenemos que hacer. Vamos a ningún lado.
De modo que, ¿qué podemos hacer?
Flexionar nuestras mentes
Unos hábitos regulares de concentración intensa pueden fortalecer nuestro pensamiento verbal. Esto incluye ejemplos tales como: leer, estudiar idiomas o escribir software. Esta «recuperación de dopamina» no es precisamente un reto pequeño estando rodead@s como estamos de toda esa ingente cantidad de distracción digital.
El dibujo de observación, por otro lado, nos abre los ojos ante la gran riqueza de la información que tenemos ante nuestras narices, ahora mismo. Nos ayuda a encontrar un lenguaje visual real, no un sustituto estéril y simbólico. Podéis probar con estos dos ejercicios, deberíais sentir un pequeño hormigueo que flexione nuestros músculos observacionales.
Buen Martes!! 🙂
Artículo Original: «Seeing vs. reading» en el Blog de Ralph Ammer
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