La mayoría de nosotr@s no podemos recordar nuestra infancia o cuando éramos bebés. Hay personas que juran recordar cuando tenían 2 años. Y otras que, por ejemplo, no pueden recordar nada antes de cuando tenían 3 años y medio. ¿Por qué tenemos tod@s este agujero en nuestra memoria? ¿Por qué no podemos recordar ser bebés?
El primero que apuntó hacia este fenómeno fue Sigmund Freud, es lo que él llamó amnesia infantil o amnesia de la infancia.

Pensaba que tenía que ver con ser bombardeados por una abundancia de fenómenos psicosexuales que, al tenerlos que procesar, hacían que nuestra cabeza explotase. Esta teoría ya no se considera válida. Desde entonces l@s neurocientífuc@s, psicólog@s y lingüistas han propuesto diferentes aproximaciones a la cuestión.
Ciertos avances en el estudio de la memoria nos están dando algunas visiones. Hoy en día, l@s neurocientífic@s creen que se debe a que las áreas del cerebro donde se almacena la memoria a largo plazo aún no están plenamente desarrolladas.
Hay dos áreas responsables de la formación de la memoria: el hipocampo y el lóbulo temporal medio. Además, a parte de la memoria a largo plazo y de la memoria a corto plazo, hay otros dos aspectos a tener en cuenta: la memoria semántica y la memoria episódica. La memoria semántica es el recordar las aptitudes necesarias o dónde podemos encontrar los objetos en nuestro entorno, lo que nos ayuda a movernos por el mundo.

Las partes del cerebro necesarias para la memoria semántica están plenamente maduras ya en el primer año. Pero, a esa edad, el hipocampo aún no es capaz de integrar las redes que gestiona. Esto no se alcanza hasta algún punto entre los 2 y 4 años.
La memoria episódica encadena los puntos argumentales individuales juntos, para formar la estructura lineal a la que estamos acostumbrad@s. Curiosamente, el córtex prefrontal, el área responsable de la memoria episódica, no está plenamente desarrollada hasta nuestra veintena. De modo que los recuerdos a partir de lo 20 años, tienen más textura y profundidad, incluyen detalles importantes como la fecha y la hora en que ocurrió un incidente. En los años 80 del siglo XX, l@s investigador@s descubrieron que las personas recordaban qué había ocurrido entre los 6 y 7 años como mucho. Este nuevo descubrimiento apuntaría hacia el por qué.
En 2014, un estudio canadiense publicado en Science, habría descubierto por qué no podemos recordar nuestros años más tempranos. Durante nuestras vidas, el proceso de neurogénesis o, lo que es lo mismo, el crecimiento de nuevas células cerebrales, ocurre constantemente. Pero en los bebés, el fenómeno ocurre a un ritmo mucho más rápido, particularmente en el hipocampo. Un gran número de diferentes células cerebrales brotan de golpe. Este proceso es tan robusto que resulta en un pérdida de memoria.

Las nuevas neuronas formadas, apartan los circuitos ya establecidos de memoria y los destruyen, remplazándolos, y llevándonos a la amnesia infantil. La neurogénesis ocurre en todos los mamíferos.
En esta investigación, los roedores fueron los seleccionados como sujetos de test. L@s científicos empezaron con los ratones. Cuando un ratón iba hacia cierto sitio en el tanque, recibía un shock eléctrico. Luego, l@s investigador@s les daban algún medicamento o les hacían correr en la rueda, dos métodos que estimulan la neurogénesis en esa especie.
Con un crecimiento neuronal aumentado, los ratones no recordaban tanto el shock eléctrico. Pero, cuando la neurogésis se había ralentizado, los ratones eran mejores a la hora de recordar. Se testearon otras dos especies mediante este modo: los cobayas y los degús.

Se descubrió, que estas dos últimas especies no tienen la misma tasa acelerada de neurogenesis que tienen los ratones jóvenes. Como resultado, no experimentaban la amnesia infantil. Cuando l@s científic@s aceleraban el ritmo de neurogénesis en sus cerebros, también se volvían olvidadizos. Lo que es más, sabemos que la neurogénesis rápida también ocurre en los monos y se sospecha que también en los humanos.
El borrado de nuestros recuerdos más tempranos puede verse como una trágica pérdida. Pero de acuerdo con el Dr. Paul Frankland (neurobiólogo en el hospital infantil de Toronto), quien dirige el estudio, sería un proceso necesario. Afirma que «Ciertos tipos de olvido son importantes para la memoria […] La capacidad es finita. Necesitamos incrementar la señal más que el ruido. Debemos deshacernos de toda la basura y recordar las características y eventos importantes«
Otros estudios han apuntado hacia una pérdida de las capacidades del lenguaje o hacia que los infantes no están emocionalmente desarrollados aún para preservar recuerdos complejos. La falta e un sentido del ‘yo’ también juega un rol aquí. Este estudio refuerza estos argumentos. Serían como piezas de un puzzle muy complejo.
Incluso cuando se demuestre cierto en los humanos, cosa que tiene muchos números de ser cierta, aún hay vastas diferencias en la retención de la memoria y su capacidad entre una persona y otra. La cultura aquí también tiene algo que ver. Las personas de las culturas occidentales tienden a recordar más que aquell@s de las culturas orientales. Esto se debe a que el foco en occidente se centra en la experiencia individual, lo que hace que los recuerdos tengan más significado, ya que tienen un impacto emocional mayor. La genética, por supuesto, también tendría un papel en el proceso.
Para aprender un poco más sobre esta extraña y universal experiencia, podemos ver este vídeo:
Buen Domingo!! 🙂
Artículo Original: «Why Can’t You Remember Being a Baby?» en Big Think
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