¿Te ha ocurrido alguna vez que te has sentado a acabar una tarea importante y de repente te das cuenta que estás poniendo el lavavajillas o estás leyendo la entrada de Wikipedia sobre Chernobyl? O, a lo mejor que de golpe y porrazo ¿te has acordado que hay que dar de comer al perro, que hay que contestar correos o que es hora de ir a comer, incluso siendo las 11 de la noche?
La siguiente cosa que sabes es que es el final del día y tus tareas importantes están todas por acabar.
Para muchas personas, la procrastinación es una fuerte y misteriosa fuerza que les previene de completar las tareas más urgentes e importantes en sus vidas con la misma intensidad cómo la que aparece cuando intentamos juntar dos polos iguales de un imán. También es una fuerza potencialmente peligrosa, causando el fracaso escolar, un mal rendimiento en el trabajo, dejar un tratamiento médico o retrasando el ahorrar para nuestra jubilación. Un estudio de la Universidad de Case Western Reserve demostró en 1997 que l@s procrastinador@s en época universitaria acababan con más stress, más enfermedades y peores notas al final del semestre.
Pero las razones por las que la gente procrastina no se acaban de entender del todo. Algunos investigadores han concebido la procrastinación como un fallo en la auto-regulación (similar a otros malos comportamientos que tienen que ver con una falta de autocontrol, como el comer sin medida, gastar sin medida o problemas con apuestas). Otros afirman que no se trata de un problema de ser vag@ o de una gestión del tiempo pobre, como muchas personas que procrastinan pero que consiguen más que todo pueden atestiguar. En este caso se especula con que estaría relacionado con cómo nuestro cerebro trabaja y con percepciones más profundas del tiempo y de uno mismo.
Pero, ¿cómo funciona realmente la procrastinación? ¿cómo la podemos parar? Investigaciones psicológicas, comics y «Los Simpson» nos lo explicarán.
Los Orígenes Reales de la Procrastinación
La mayoría de los psicólog@s ven la procrastinación como un tipo de comportamiento de evitación, un mecanismo para salir adelante incorrectamente en el que la gente actúa para sentirse bien, afirma Timothy Pychyl; profesor que estudia la procrastinación en la Universidad de Carleton.
Normalmente ocurre cuando las personas tienen miedo o pavor, o están ansiosos por esa tarea importante que les está esperando. Para deshacerse de este sentimiento negativo, la gente procrastina (se ponen a jugar a un videojuego o miran Pinterest en su lugar). Esto hace que se sientan mejor temporalmente, pero desafortunadamente, al final, la realidad vuelve para morderles.
Una vez que la realidad de una fecha de entrega se deja entrever de nuevo, los procrastinadores sienten culpa y vergüenza extremas. Pero para un@ procrastinador@ extrem@, estos sentimientos (culpabilidad y vergüenza) son tan sólo otra razón para atrasar de nuevo la tarea; convirtiendo así el comportamiento en un círculo vicioso de auto derrota.
Tim Urban, propietario del blog «Wait But Why«, ha creado una increíble y divertidísima explicación de qué es lo ocurre en el interior del cerebro de un@ procrastinador@. Urban se autodenomina «procrastinador master» (no empezó a escribir las 90 páginas de su tesis hasta 72 horas antes de la fecha de entrega).
Recientemente, Urban impartió una charla TED sobre sus tendencias extremas de procrastinación en la que usó algunos de sus dibujos para explicar cómo de distinta es la vida para un procrastinador extremo.
Aquí está toda la lección TED subtitulada al Castellano:
En primer lugar, describe el cerebro de un no procrastinador, en el que un tomador de decisiones racionales tiene un firme control del timón:
El Cerebro de Un NO Procrastinador. «Hago cosas con sentido. Pienso a largo plazo. No Soy un niño»
El cerebro de un@ procrastinador@ es similar, si exceptuamos la presencia de un pequeño amigo al que Urban llama «el mono de la gratificación instantánea» (os suena este concepto lo aprendimos en La Evolución de la Ansiedad: Porqué nos Preocupamos y Stressamos )
«Tengo el mismo propósito que el chico del dibujo de arriba. Somos el mismo» (En la izquierda el mono de la gratificación instantánea)
Sin embargo parece que el mono es divertido, pero de hecho lo único que nos aporta son un montón de problemas, como ilustra el comic de Urban.
Timonel: «Este es el momento idóneo para hacer trabajo» Mono: «No!!»Mono: «Veamos un montón de vídeos de YouTube de criaturas de las fosas marinas, para entrar luego en una espiral de vídeos que nos llevará a ver Cosmos de Richard Feynman hablando sobre la teoría de cuerdas y después saltamos a ver entrevistas a la madre de Justin Bieber»Mono: «Después vamos a reorganizar nuestra lista de tareas, miraremos precios de calcetines en Amazon y reorganizaremos nuestros albums de fotos en albumes más pequeños y concretos.»Mono: «Para entonces ya serán las 2 y tenemos esa reunión importante a las 4:30 y ya será tarde para empezar a hacer algo.» Timonel: «Pero…»
Y esto continua hasta que las cosas se ponen realmente muy mal, la antesala del final de tu carrera o universidad se avecina. Entonces algo a lo que Urban llama «el monstruo del pánico» entra en escena y hace que tomes acción.
El Monstruo del Pánico¿Dónde está el mono?
Urban afirma que la gente puede ser de varios tipos de procrastinadores. Algun@s procrastinan haciendo cosas sin sentido, como buscar GIFs de gatos por internet. Otr@s, en cambio, llevan a cabo tareas productivas (limpiar la casa, escribir un artículo en su blog 🙂 ) pero nunca poniéndose manos a la obra en las cosas que deberían cumplir en sus vidas, su metas a largo plazo más importantes.
Para ilustrar esto, Urban usa el concepto conocido como la Matriz de Eisenhower un gráfico que se incluyó en el libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva«. Le debe su nombre al presidente de los EEUU Dwight D. Eisenhower. Él pensaba que la gente debía gastar su tiempo en lo que realmente es importante par ellos (las tareas de los cuadrantes 1 y 2 de la matriz de debajo).
La Matriz de Eisenhower
Pero, desafortunadamente, la mayoría de l@s procrastinador@s pasan poco tiempo en esos cuadrantes. En lugar de eso, se establecen en los cuadrantes 3 y 4; haciendo cosas que podrían ser urgentes pero no importantes. Eso sí, ocasionalmente, cuando el monstruo del pánico toma el control, pasan un rato en el cuadrante 1.
Q1: «Hacer cuando se convierta de Urgente a traumáticamente funesto» Q2: «Delegalo a tu futuro Yo» Q3: «Hacer cuando Q1 sea Urgente» Q4: «Hazlo ahora y a lo mejor siempre»
Urban dice que este hábito es desastroso porque «el camino hacia los sueños de un procrastinador (la carretera que lleva a expandir sus horizontes, explorar su potencial verdadero y conseguir llevar a cabo el trabajo por el que siente auténticamente orgullo) pasa directamente por el cuadrante 2. El Q1 y el Q3 serían los cuadrantes dónde la gente sobrevive, pero el Q2 es donde la gente progresa, crece y florece»
Tengamos en cuenta que esta es la experiencia personal de Urban sobre cómo y porqué procrastina (pero que sorprendentemente es exactamente lo que dice la investigación psicológica sobre el tema).
Pychyl discute la idea de la «mente mono» en la que nuestros pensamientos están constantemente corriendo como un rayo, evitando que nos concentremos. Y los pisicólogos están de acuerdo con el problema que l@s procrastnador@s están tentados a dejarse llevar por la gratificación instantánea, que aporta a las personas un «placer hedónico«, en lugar de concentrarse en las metas a largo plazo.
Las metas importantes (las que ocupan los Q1 y los Q2 de arriba) ofrecen más retos, claro está, per a la larga nos aportan sentimientos más duraderos de bienestar y autosatisfacción, lo que los psicólogos llaman «el placer eudaimónico«.
El Homer Presente Contra el Homer Futuro
Homer Simpson
L@s psicólog@s tienen otros modelos fascinantes para entender las fuerzas detrás de la procrastinación. Algun@s creen que la procrastinación es intratable ya que está relacionada con percepciones más profundas del tiempo y la diferencia entre lo que ell@s llaman «el yo presente y el yo futuro«.
La idea es que, aunque sepamos que la persona que seremos en un mes es, en teoría, la misma persona que somos hoy, nos preocupamos poco, entendemos poco y empatizamos poco con ese futuro «Yo». Las personas se centran más en cómo se sienten hoy.
Puchyl recomienda un clip de los «Los Simpsons» que ilustra bastante bien sobre los diferentes modos en los que pensamos en nuestros presentes y futuros «yos».
En un episodio, Marge le tira en cara a Homer que no pasa suficiente tiempo con sus hijos. «Algún día ellos se irán de casa y te arrepentirás de no haber pasado tiempo con ellos», le dice.
«Este es un problema para el futuro Homer. No envidio a ese chico» Dice Homer mientras tira Vodka dentro de un bote de mayonesa para después perder la consciencia y caer al suelo.
Hal Hershfield, psicólogo de la Escuela de Managment Anderseon de UCLA, que estudia el presento y el futuro «Yo» afirma: «Cuando se trata de tomar decisiones a largo plazo, la gente tiende a sentir fundamentalmente una falta de conexión emocional con sus futuros Yo’s […] Así que, aunque sepa que en un año aún seré siendo yo, de algún modo trato a ese futuro yo como si fuese una persona totalmente diferente, como si no se fuese a beneficiar o a perjudicar de las consecuencias de mis acciones hoy».
La investigación de Hershfield soporta esta idea. Ha tomado escáneres fMRI de los cerebros de la gente a medida que ell@s pensaban sobre sus Yo’s presentes, personalidades célebres cómo Natalie Portman o Matt Damon y sus Yo’s futuros.
Imágenes de los Resultados
Ha descubierto que la gente procesa la información sobre su «Yo» presente y su «Yo» futuro en diferentes partes del cerebro. La actividad cerebral de los sujetos cuando describían su «Yo» en una década era similar a cuándo describían a Natalie Portman.
Emily Pronin, de la Universidad de Princeton, condujo otro estudio con hallazgos similares en 2008. Les ofreció a los participantes un nefasto brebaje de salsa de soja y ketchup y les dejó decidir en qué medida debían bebérselo ell@s u otra persona. Algun@s optaron por ell@s mismos, otros eligieron que otras personas debían hacerlo y un tercer grupo escogieron a sus «Yo’s» de 15 días en adelante. El estudio demostró que las personas querían beberse media taza de ese brebaje en el futuro pero que sólo querían tomarse dos cucharaditas ese día.
La última investigación de Pychyl sugiere que aquell@s que tenían más en cuenta sus futuros Yo’s (de dos meses en adelante o de 10 años) demostraron menos comportamientos de procrastinación.
De cualquier modo, la investigación también sugiere que l@s procrastinador@s deberían empezar a pensar más en sus futuros Yo’s. Un cambio que les ayudaría a ser más felices a largo plazo.
En otro estudio de Hershfield, algunos sujetos usaron realidad virtual para ver fotografíaas de ell@s mism@s envejecid@s digitalmente. Después se les preguntó cómo gastarían 1000 dólares. Aquell@s que habían visto su foto envejecida eligieron invertir el doble en su pensión que l@s que no la habían visto.
Una foto de Hal Hershfield, su avatar digital y su avatar digital envejecido. De su estudio «Increasing Saving Behavior Through Age-Progressed Rendering of the Future Self»
No es de extrañar que las compañías de seguros hayan girado sus vistas hacia estos hallazgos para hacer más negocio. Merrill Lynch lanzó un servicio llamado «Face Retirement» en el que puedes subir tu foto y verte envejecid@ digitalmente. Allianz también creó una herramienta similar con su propio equipo de científicos de la conducta.
Cómo Volver a la Tierra de la Productividad
Más allá de intentar ser mejores con nuestros yo’s futuros, ¿qué es lo que podemos hacer con la procrastinación?
Tim Urban señala el típico aviso para procrastinadores, esencialmente parar lo que estén haciendo y volver al trabajo, eso es ridículo, porque la procrastinación no es una cosa sobre la que l@s procrastinadr@s extremos sientan que tengan control.
Urban escribe, «es como si quisiésemos que la gente obesa parara de comer en demasía, que la gente deprimida evitara la apatía o que alguien le dijese a una ballena varada en la playa que evitase estar fuera del océano«
Pero hay algunas recomendaciones simples, de manos de los estudiosos del tema, que pueden ayudar a l@s procrastinador@s a volver al trabajo.
Una de las sugerencias que puede ser más efectiva es que los procrastinadores pueden perdonarse a ell@s mism@s por procrastinar. Se demostró que aquell@s que afirmaban haberse perdonado a ell@s mismos por procrastinar en el estudio para un primer exámen acabaron procrastinando menos para el estudio de un segundo exámen.
Esto funciona porque la procrastinación está ligada a a sentimientos negativos. Perdonarse a uno mismo puede reducir la culpa que podamos sentir por procrastinar, que a la vez, es uno de los detonantes principales para procrastinar en primer lugar.
Pero la mejor cosa que Pychyl recomineda es que debemos reconocer que no tenemos porque tener ganas para hacer una tarea, tan sólo ignoremos como nos podamos sentir y empecemosla.
«La mayoría de nosotros tenemos la firme creencia que nuestro estado emocional debe encajar con la tarea que estamos haciendo», afirma Pychyl. Simplemente eso no es cierto. «Tengo que reconocer que raramente voy a tener ganas de hacerla, y que no importa si no tengo ganas de hacerla»
En lugar de centrarnos en los sentimientos, tenemos que pensar en cuál es la siguiente acción. Se aconseja romper las tareas en pequeños pasos que puedan ser acometidos con facilidad. Es cómo escribir una carta, el primer paso es abrir la cabecera y escribir la fecha.
Incluso si se trata de una acción extremadamente pequeña, un pequeño progreso te va a hacer sentir mejor en lo que a la tarea respecta y aumentará tu auto estima, que a la vez, reducirá el deseo de procrastinar para hacerte sentir mejor.
Pychyl cree que los profesores y los padres deberían enseñar a los niños a lidiar con las tentaciones de la procrastinación desde edades tempranas. «Muchos profesores piensan que los niños tienen problemas de gestión del tiempo cuando procrastinan. Pero no tienen un problema de gestión del tiempo… Lo que tienen es un problema de gestión de las emociones. Tienen que aprender que no tienen que sentirse bien todo el tiempo y nos debemos asegurarnos que lo entienden».
«Mark Twain dijo: ‘Si tu trabajo es comerte una rana, que sea la primera cosa que te comes por la mañana, y si tu trabajo es comerte dos, cómete primero la más grande'»