El enfado no sienta bien. Hace que nuestros corazones de aceleren y que las palmas de nuestras manos suden. Nos hace sentir ansios@s y asustad@s. Hemos crecido en una sociedad dirigida por «el principio del placer» (el instinto de buscar sentimientos y experiencias positivas para evitar el dolor). Si hay algún sentimiento que no nos gusta, tratamos de evitarlo o de deshacernos de él. Esta abrumadora urgencia por enterrar nuestro enfado (o por hacerlo explotar como un relámpago) es terrible para nosotr@s.
Pero, un momento, ¿es el malestar emocional bueno para nosotr@s?
La mayoría de personas encuentran que el enfado es incómodo a varios niveles. A parte de las sensaciones físicas disparadas por nuestro propio enfado, el enfado de otras personas también nos hace sentir malestar. A veces asumimos que la gente está enfadada con nosotr@s incluso cuando las evidencias apuntan a una dirección totalmente opuesta (o no existe tal enfado). Y si alguien se enfada con nosotros, a menudo mentimos, hacemos trampas o algo peor para aliviar nuestro malestar y difuminar la amenaza.
Nuestro propio enfado también nos puede asustar. A veces, por ejemplo, la rabia que sentimos hacia nuestr@s propios hijos cuando se portan mal nos puede entristecer terriblemente e inducirnos un sentimiento de culpa. Dado que el enfado es tan incómodo, es increíblemente difícil para nosotr@s «sentarnos» con nuestros sentimientos (dejando a un lado las distracciones y de un modo totalmente consciente examinar las emociones y las sensaciones) para descubrir qué es lo que ese enfado nos puede revelar. Pero tened en cuenta una cosa, el enfado es demasiado importante y nos puede revelar tanto a nosotros que no podemos permitirnos el lujo de ignorarlo.

Lo que es tan contra-intuitivo sobre el malestar que nos causa el enfado es que fue diseñado de ese modo. Se espera que el enfado nos haga sentir incomod@s. Así es como consigue que le prestemos atención. Y necesita que lo hagamos. El enfado es una de nuestras emociones, y cada emoción juega un importante rol en nuestras vidas aportándonos valiosa información. Para experimentar plenamente y escuchar la sabiduría de nuestras emociones, necesitamos aprender cómo experimentar la incomodidad. Sin incomodidad, no hay cambio y no hay crecimiento.
Fijémonos en estas 4 razonas por las que la incomodidad emocional es buena para nosotr@s.
El Enfado nos ayuda a conseguir nuestras necesidades
¿Cómo podemos saber cuáles son nuestras necesidades? Escuchemos nuestro enfado. Si tus adentros se sienten como si los hubiesen incendiado cuando llegas a casa después de un largo día de trabajo y tu compañer@ (que ha tenido un día de vacaciones) te pide que pases por la verdulería y hagas la cena, esa es una buena señal de que has llegado a tu límite y de que necesitas que tu compañer@ te ayude más.
El Enfado Te ayuda a descubrir tus límites
Si tu estómago se te hace un nudo cada vez que ves a tus padres porque sabes que te van a preguntar cuándo vas a conseguir un trabajo mejor, o a sentar la cabeza, formar una familia, o ampliarla; esa es una buena señal de que necesitas establecer una frontera. Es momento de decir: «Mamá, papá, por favor no me preguntéis por mis trabajos/amores vida/planes de reproducción hoy/este año/nunca»
El Enfado nos ayuda a conseguir hacer las cosas
¿Te hace rabia que tu jef@ no aprecie todo el trabajo duro que haces? Utiliza esa rabia/enfado para propulsarte hacia un trabajo que te sea de más recompensa. ¿No te fastidia la desigualdad de tu país, o la disparidad sexual en el trabajo o los escasos recursos dedicados a obras sociales? Utiliza ese enfado para involucrarte en actividades locales o estatales para poder mejorarlo desde dentro.
El Enfado fortalece las Relaciones
Andrea Brandt, la autora del artículo original, comenta que en sus años de terapeuta de parejas y de familia en Santa Mónica, en sus clases de gestión de la rabia/enfado una de las peores cosas que oye de sus pacientes es: «Nunca me peleo con mi compañer@» Esto es terrible ya que el enfado fortalece las relaciones. Es en los conflictos y en los desacuerdos cuando realmente aprendemos cómo es la persona con la que estamos (sus propias necesidades, sus propias fronteras). La igualdad en una relación significa trabajar las cosas conjuntamente, con compromiso y ver las cosas desde la perspectiva del otro.
Cuando estás asustad@ por la rabia o por que alguien esté enfadado contigo, cometes inacción; te mantienes fuera de las personas y de las experiencias que pueden desencadenar esas indeseadas emociones. Entonces, ¿es la incomodidad emocional buena para nostr@s? La respuesta es un abrumador sí!!
Hasta que no aprendas de un modo totalmente consciente a sentarte con tu rabia y escucharla, te vas a sentir incómod@ con ella pero tampoco vas a sacar provecho. Qué gasto de una emoción perfecta será.
Buen Viernes!!! 🙂
Artículo Original: «Is Emotional Discomfor Good for You?» en Psychology Today.
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