Tu Cerebro no es para pensar

En tiempos de estrés esta lección sorprendente desde la neurociencia nos puede ayudar a aliviar nuestras ansiedades.

Hace 5 millones de años, una tímida criatura marítima cambió el curso de la historia: se convirtió en el primer depredador. De algún modo, sintió la presencia de las criaturas cerca de ella, propulsándose o meneándose por su camino, deliberadamente se las comió.

Esta actividad de caza empezó una carrera armamentística evolutiva. Durante millones de años, tanto depredadores como presas han evolucionado con cuerpos más complejos que eran capaces de sentir y moverse más efectivamente tanto para cazar como para eludir a otras criaturas.

Finalmente, algunas criaturas desarrollaron un centro de control para gestionar estos cuerpos complejos. Lo llamamos: cerebro.

Esta historia de cómo evolucionaron los cerebros, aunque tan solo sea un bosquejo, dirige nuestra atención hacia un punto importante de los seres humanos que solemos pasar por alto. El trabajo más importante de nuestros cerebros no es pensar; es el hacer funcionar los sistemas de nuestros cuerpos que nos mantienen viv@s y bien. De acuerdo con hallazgos recientes en la neurociencia, incluso cuando nuestros cerebros producen pensamientos y sentimientos conscientes, están dando soporte a las necesidades de gestión del cuerpo mucho más de lo que nos podemos imaginar.

Y en momentos estresantes como los que estamos pasando ahora mismo, esta curiosa perspectiva sobre nuestra vida mental nos puede ayudar a aliviar nuestras ansiedades.

Como ya hemos aprendido en Feel The Brain, muchas de las actividades que ocurren en el cerebro, lo hace sin que nosotr@s ni siquiera nos demos cuenta de ellas. En todo momento, tu cerebro debe adivinar las necesidades de tu cuerpo para los próximos momentos y ejecutar un plan para cubrir esas necesidades por avanzado.

Por ejemplo, cada mañana cuando nos levantamos, nuestro cerebro anticipa la energía que necesitarás para salir de la cama y empezar tu día. Proactivamente inunda nuestro torrente sanguíneo con la hormona cortisol (archiconocida en Feel The Brain), que ayuda a crear glucosa que esté inmediatamente disponible para ser consumida rápidamente como energía.

Tu cerebro hace funcionar tu cuerpo utilizando algo parecido a un presupuesto. Un presupuesto financiero hace seguimiento del dinero ganado y gastado. El presupuesto de nuestro cuerpo sigue de cerca los recursos como el agua, la sal y la glucosa a medida que las ganamos y las gastamos. Cada acción que gasta recursos, como estar de pie, correr, y aprender, es como una retirada de dinero de nuestra cuenta. Acciones que engrosan nuestros recursos como comer y dormir, son como ingresos en ese presupuesto.

El nombre científico para este presupuesto del cuerpo es alostasis. Se trata de predecir y preparar automáticamente las necesidades del cuerpo antes de que estas saquen su cabeza. Piensa en cuando estás sedient@ y bebes un vaso de agua. El agua necesita 20 minutos para llegar al torrente sanguíneo, pero pocos segundos después de haber bebido ya tienes menos sed. ¿Qué es lo que alivia nuestra sed tan rápido? Nuestro cerebro. Ha aprendido de experiencias pasadas que el agua es un ingreso en el presupuesto de nuestro cuerpo que nos hidratará, así que nuestro cerebro sofoca nuestra sed mucho antes que el agua ingerida tenga algún efecto directo en nuestra sangre.

Esta cuenta presupuestaria de cómo el cerebro funciona es bastante plausible al hablar de las funciones corporales. Parece menos natural ver nuestra vida mental como ingresos y reintegros. Nuestra propia experiencia raramente es una guía para el funcionamiento interno de nuestros cerebros. Cada pensamiento que tenemos, cada sentimiento de felicidad o de enfado o casa temor que experimentamos, cada bondad que compartimos y cada insulto que soltamos son parte de los cálculos de nuestro cerebro para anticipar y mantener el presupuesto de nuestras necesidades metabólicas.

Esta vista del cerebro tiene muchas implicaciones al entender a los seres humanos. Por ejemplo, muy a menudo, nos concebimos a nosotr@s mism@s de modo separado, por un lado el aspecto mental y por otro el físico. Un dolor de estómago que aparezca después de una comida copiosa nos lleva al gastroenterólogo, pero si experimentamos el mismo dolor durante un divorcio doloroso, iremos hacia un@ psicólog@. En la consulta del primero, concebimos nuestro malestar como fruto de un problema físico; pero en la consulta del segundo, experimentamos el mismo malestar como ansiedad; un disturbio psicológico que se manifiesta físicamente.

En términos presupuestarios de nuestro cuerpo, sin embargo, esta distinción entra físico y mental no tiene sentido. La ansiedad no causa dolores de estómago sino que, los sentimientos de ansiedad y los dolores de estómago son dos modos en los que los cerebros humanos muestran malestar físico. No hay nada que sea puramente una causa mental, ya que toda experiencia mental se enraíza en el presupuesto físico de nuestro cuerpo. Esta es una de las razones por las que acciones físicas como respirar profundamente o dormir más, pueden ser sorprendentemente de ayuda cuando intentamos solucionar problemas que tradicionalmente concebimos como psicológicos.

Tod@s estamos atravesando momentos difíciles, y estamos expuestos a un alto riesgo de romper los presupuestos de nuestros cuerpos. Si te sientes hastiado por la pandemia y estás luchando contra una falta de motivación, considera tu situación desde esta perspectiva de «presupuesto corporal». Tu carga parecerá más ligera si entiendes tu malestar como algo físico. Cuando un mal pensamiento aparece como pun pop-up en tu mente, algo como «No puedo aguantar más esta locura» hazte preguntas en términos de presupuesto corporal:

  • ¿Dormí bien ayer?
  • ¿Estoy bien hidratad@?
  • ¿Debería salir a dar un paseo?
  • ¿Llamar a un@ amig@?
  • ¿Ir a hacer ejercicio?

    «Podría utilizar alguno de esto métodos para hacer un ingreso en mi presupuesto»

No se trata de un juego semántico. Se trata de dar un nuevo significado a tus sensaciones físicas para guiar tus acciones.

Y ojo! No estamos diciendo que podemos chasquear los dedos y hacer desaparecer la miseria en la que estamos sumid@s o eliminar una depresión con un cambio de perspectiva. La autora del artículo original sugiere que es posible reconocer que lo que de hecho hace tu cerebro es intentar tener un poco de comodidad con ello. Tu cerebro no es para pensar. Todo lo que conjura, desde los pensamientos hasta las emociones pasando por los sueños, está al servicio del presupuesto corporal. Si adoptamos esta perspectiva con criterio, puede ser fruto de una fuente de resiliencia en tiempos de desafío.

Buen Miércoles!! 🙂


Artículo Original: «Your Brain Is Not for Thinking» en The New York Times

Los comentarios están cerrados.

Crea un sitio web o blog en WordPress.com

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: