Vamos a parar un momento nuestro ritmo de vida para reflexionar sobre un punto: ¿dónde se guardan nuestros recuerdos?
Creo que en absoluto no es una pregunta trivial. Centrémonos en la información que está implícita en un único recuerdo. Por ejemplo: un recuerdo de la infancia: alguien nos ha hecho un regalo que nos ha hecho especial ilusión. Intentaré hacer una lista de todo lo que este recuerdo me trae a la mente:
- qué fue el regalo
- de qué color era
- cómo era la caja
- dónde lo abrimos
- quien estaba presente
- donde estábamos al recibirlo
- qué sentimos cuándo lo abrimos
- qué pensamos cuando lo abrimos
- …
Y para cada uno de los puntos anteriores todos los detalles: colores, olores, tiempo, tacto, recuerdos sonoros. Esto es una cantidad gigante de información a almacenar, y tan solo para un único recuerdo.
Los recuerdos tienen una base biológica firme. Hasta ahora se ha afirmado que se generan cuando células cerebrales colindantes se envían comunicaciones químicas a través de las sinapsis o junciones que ayudan a que éstas células se conecten. Estableciendo de este modo una especie de nueva vía o camino entre las conexiones de nuestra red neuronal.
Cada vez que recordamos un recuerdo, esta conexión se reactiva y se fortalece. Este planteamiento sobre que las sinapsis de las neuronas almacenan los recuerdos han dominado la neurociencia durante más de un siglo. Pero cómo fruto de la Revolución Científica estos puntos cambian a medida que nuevos descubrimientos llegan.
Ayer vi un tweet de Neuroskeptic que defínia:
Neurocientífico: alguien que sabe lo poco que sabemos sobre el cerebro.
Sabemos tan poco que tenemos un infinidad de elementos nuevos a descubrir. Un estudio de la Universidad de California cambia radicalmente la concepción que tenemos sobre la consolidación de los recuerdos.
Los recuerdos residirían en el interior de las células cerebrales.
Si esta afirmación es cierta, tendría implicaciones gigantes en el tratamiento del Trastorno del Stress Post-Traumático (PTSD) causado principalmente por dolorosos, vívidos e intrusivos recuerdos.
Hace ya más de 10 años que los científicos empezaron a investigar el propranolol para tratar el PTSD. La intención era usar este fármaco para evitar la creación de recuerdos mediante el bloqueo de la producción de las proteínas encargadas del almacenamiento a largo plazo. Esta investigación demostró tener un inconveniente: tan solo funciona si se administra inmediatamente después del evento traumático.
Se demostró que cuando alguien recuerda, la conexión neuronal no solo se reactiva y fortalece sino que temporalmente se hace susceptible a cambiar. Este proceso se llama reconsolidación de la memoria. Con el propranolol y estimulación eléctrica en este momento es cuando los científicos pueden bloquear la reconsolidación y llevar a cabo una purga.
Para ello los científicos usan un molusco (muy común en la investigación neurocientífica) llamado Aplysia:
David Glanzman (neurobiólogo de la U.C.L.A) y su equipo; mediante impulsos eléctricos crearon nuevos recuerdos en la mente del molusco; expresados como nuevas sinapsis en el cerebro. Después pusieron las neuronas en una placa de petri y químicamente dispararon los recuerdos de los impulsos eléctricos administrados al molusco seguidos inmediatamente por una dosis de propranolol.
Al principio todo parecia confirmar el objetivo del fármaco, pero en 48 horas los recuerdos volvieron a aparecer con toda su fuerza. Este hecho llevó a Glanzman a afirmar: «Esto implica que los recuerdos no se almacenan en las sinapsis»
Esto plantea una pregunta: Si la memoria no se encuentra en las sinapsis, ¿entonces dónde está?
Cuando los científicos analizaron las células cerebrales después de la sinapsis vieron que cambios moleculares y químicos persistían en ellas. Posiblemente son estos cambios, de carácter permanente, los que preservan los recuerdos. Quizás también codificados en modificaciones del ADN de la propia célula.
Por otro lado, el Nobel de Medicina del año 2000, Eric R. Kandel advierte que los resultados del estudio se observaron en las primeras 48 horas después del tratamiento, un momento en que la consolidación aún es sensible.
Glanzman concluye: «Hace dos años, hubiése respondido que efectivamente el PTSD se puede tratar con medicación bloqueante, pero ahora no lo creo», y añade que la idea que los recuerdos persisten en el interior de las células cerebrales ofrece una nueva esperanza para otro desorden ligado a la memoria: el Alzheimer.
Me fascina. Esta es la razón pura de Feel The Brain, intentar conocer estos intrincados secretos que están en la Máquina Más Compleja jamás creada.
Actualización del 12 de Octubre de 2016: Os recomiendo que aprendamos más sobre los recuerdos en el Brain Feeling: ¿Como se crean y se pierden los recuerdos?
Buen Domingo!!!
Artículo Original: Memories May not Live In Neurons’ Synapses de Scientific American