Cómo sentirse sol@ afecta a nuestro cerebro

Soledad no siempre es lo mismo que estar sol@.

Estar sol@ es una elección. A veces queremos tener tiempo para nosotr@s mism@s después de estar con otr@s. Otras personas encuentran en el hecho de estar sol@s y llevar a cabo sus hobbies es un modo satisfactorio de pasar su tiempo. Estar sol@s es algo que podemos controlar y cambiar.

Por otro lado, sentirse solo no es algo que las personas suelan escoger conscientemente. De hecho, un@ puede continuar sintiéndose solo a pesar de estar rodeado de personas. Igual que cualquier otra emoción, la soledad tiene diferentes causas y afecta de modo diferente a cada persona.

Desde perder el contacto con amig@s y familiares hasta creer que l@s otr@s no intentan entenderte o preocuparse por ti, es difícil cambiar los factores que causan la soledad. Y el problema es que se está convirtiendo en un gran problema.

La epidemia de la soledad

En 2019, después de llevar a cabo una encuesta con 10.000 participantes en los EEUU, Cigna descubrió que el 61% de l@s participantes encuestad@s experimentaban soledad. Además el 47% informaba que sus relaciones con l@s demás no eran significativas.

Con más de la mitad de los participantes afirmando que experimentaban soledad, parece que este sentimiento se ha convertido en un sentimiento ampliamente extendido en la sociedad de hoy en día.

Y mientras que estar sol@ a veces es importante, el hecho que de que casi la mitad sintieran que las relaciones que comparten con l@s demás no tienen sentido es bastante preocupante. Al fin y al cabo l@s seres humanos somos animales sociales que nos hemos adaptado a vivir con complicadas interacciones sociales.

Además, estamos viviendo ahora mismo en un mundo anormal. Con la pandemia ahí fuera, nos vemos forzados a mantener nuestra distancia con l@s demás para mantenernos a nosotr@s y a l@s demás a salvo del virus.

En el Reino Unido, la soledad ha llegado a picos altos con las medidas del confinamiento. En Noviembre de 2020, el 8% de l@s adult@s informaban que se sentían «solo@s siempre o a menudo». Y aunque un 8% pueda parecer un porcentaje pequeño, estamos hablando de 4.000.000 de personas.

Con tantas personas que ya están sintiendo la soledad (y con las que aparecerán mientras continúen los confinamientos y las restricciones de viaje, con la consecuente reducción del contacto físico humano), tenemos que prestar a atención a cómo la soledad puede afectar a nuestro cerebro y a nuestra salud mental.

La soledad y nuestros cerebros

La soledad no lleva solamente a una combinación de tristeza y de vacío. Tiene el potencial de «hacer que una persona esté irritable, deprimida y sea egocéntrica» además de aumentar el riesgo de una muerte prematura.

Pero la cosa no acaba aquí. La soledad tiene un impacto gigantesco en nuestros cerebros. En el Rush Alzheimer’s Disease Center, l@s investigador@s estudiaron 823 adultos mayores en un periodo de 4 años, descubriendo que cuando se cuantificaba la soledad en una escala hasta el 5, el riesgo de desarrollar Alzheimer se veía incrementado en un 50% por cada punto de la valoración.

Al mismo tiempo, el aislamiento social (que lleva a la soledad) también ha demostrado afectar negativamente la cognición en l@s más mayores. Cuando se hicieron los estudios con ratones viviendo en grupos (imitando sociedades complejas) l@s investigador@s descubrieron que cambiar a los sujetos hacia un entorno aislado hacía decrecer el volumen neuronal de su cerebro.

L@s humanos como animales sociales

En la otra mano, el socializar se nos aparece como algo extremadamente beneficioso para l@s humanos. De hecho, al estudiar a los «SuperViejos» (individuos mayores de 80 años que mantienen una agilidad mental similar a aquella que tenían en sus 50 o 60) l@s investigador@s descubrieron que tod@s ell@s tenían altos niveles de interacción social positiva.

De modo similar, otro estudio descubrió que los mayores que ya tenían un nivel elevado de la proteína relacionada con el Alzheimer (beta amiloide), eran capaces de ralentizar el declive cognitivo socializando regularmente.

Aunque la mayoría de estos estudios se hayan hecho con individuos mayores, no significa que pueda esperar que hagamos algo con cómo gestionamos la soledad. Las relaciones con l@s demás no se crean de la noche a la mañana.

Al enfrentarte con a soledad, intenta salir de tu zona de confort y conoce a nuevas personas con las que puedas acabar creando conexiones. Llama (o envía un mensaje) a aquell@s amig@s o familiares con los que hayas perdido el contacto. Entra en algún club para practicar tu hobby, practica algún deporte o júntate con otr@s que jueguen a los mismos juegos que tú.

Y mientras estemos con contacto restringido debido a las medidas de confinamiento, deberíamos trabajar para conectar con l@s demás mediante llamadas y redes sociales. Para aquell@s que prefieran tener un poco de «tiempo para mí», el astronauta Scott Kelly sugiere mantener un diario, seguir un horario y tener un hobbie.

Scott Kelly

Buen Domingo!! 🙂


Artículo Original: «How Being Lonely Affects Our Brains» en Medium

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