Reconozcámoslo, a menudo a las personas nos es difícil pedir ayuda. Desde la ya cómica situación en que en un coche el hombre no quiere pedir indicaciones de cómo llegar a un lugar prefiriendo perderse constantemente hasta la clásica situación, que nos ha ocurrido a tod@s en el trabajo: empezamos un nuevo trabajo o tarea y pensamos que el pedir ayuda demostrará que no estamos cumpliendo las expectativas que han puesto en nosotros. Falso. Pedir ayuda, en mi opinión, denota seguridad en un@ mism@ y un autoconocimiento elevado, sabemos dónde están nuestros límites.
En este Brain Feeling, os quiero traer un artículo titulado: «Asking Advice Makes a Good Impression» de Scientific American. Veamos pues qué nos cuentan.
¿Qué haces cuando no sabes cómo acabar una tarea complicada en el trabajo? ¿O cuándo te pierdes en la carretera? ¿O cuando quieres hacer un proyecto en casa pero no eres capaz de hacer que se asemeje ni siquiera un poco al original?
En la vida, podemos encontrar muchas soluciones cuando nos quedamos encallad@s. Por ejemplo:
- Invertir más tiempo y esfuerzo buscando aproximaciones alternativas de la solución.
- Usar la prueba y error una y otra vez.
- Buscar soluciones en internet.
Pero lo que muchas personas evitarán a toda costa es pedir ayuda. Ni siquiera se nos pasa por la cabeza. No queremos molestar a los demás. Al fin y al cabo ell@s también tienen sus problemas. También, a lo mejor la persona a la que preguntemos no tendrá la respuesta que necesitamos.
Estas razones pueden ser ciertas o pueden ser falsas. Pero lo que sí es seguro es que nos preocupa más qué es lo que la gente pensará de nosotr@s si pedimos ayuda. Con lo que no la pedimos.
Estudios recientes sugieren que el instinto de evitar pedir ayuda es erróneo. Aunque común, el miedo a parecer incompetente preguntado información está fuera de lugar. Este es el porqué: cuando pedimos ayuda, la gente no piensa que valgas menos, la gente piensa que eres más hábil. Piensan: «Soy brillante (claro), así que est@ persona es lista al recurrir a mí». Preguntando a alguien a compartir su conocimiento apelamos a su ego ganando así una percepción valorable! Además, buscar guía en otr@s fomenta el intercambio de información y conexiones significativas entre nosotr@s y nuestr@s amig@s y colegas.
Aumentar la «competencia»
La conclusión anti intuitiva sobre la búsqueda de ayuda aparece de una serie de experimentos realizados entre el 2010 y el 2013 por el científico de la conducta Maurice Scheweiter de la Wharton School en la Universidad de Pennsylvania.
En el estudio (publicado a principios de este 2015), se les pidió a 199 estudiantes completar un test muy complicado que consistía en 7 preguntas sacadas de tests de IQ.
A la mitad de los estudiantes se les dijo que les daría un Dóllar por cada respuesta correcta. A la otra, se les dijo que serían beneficiados en función al resultado que su compañero le diese y que ganaría 1 Dóllar por cada punto obtenido.
Antes de contestar las preguntas, los participantes podían enviar un mensaje a su compañero quién supuestamente había terminado el test antes. Podían pedir ayuda a su compañero. O podían tan solo dedicarle suerte.
El 73.5% de los participantes que eran recompensados en función de sus propios méritos pedían ayuda, a diferencia que el 32.7% restante que se les pagaba por causar buena impresión no lo hacían. En otras palabras, la gente era dos veces más tímida a la hora de pedir ayuda cuándo intentaban aparecer más competentes a los ojos de su compañer@.
En otros estudios, se recopiló información desde la perspectiva de la persona de la cual se estaba buscando ayuda. Se les pidió a 170 estudiantes que serían emparejados con un compañero anónimo en la misma sala. En realidad, este compañero, era un programa de ordenador. Los sujetos tenían que completar un test bajo la presión de tiempo y se les dijo que su compañer@ completaría el mismo test más adelante.
Después que los participantes completaran el problema recibieron dos mensajes de su compañer@: «Espero que te haya ido bien. ¿Has tenido alguna ayuda?» o, simplemente «Espero que te haya ido bien» Después evaluaron, qué harían en una situación similar: ¿pedirían ayuda a su compañero?
En comparación a aquellos que recibieron una felicitación neutral, los que habían sido preguntados por ayuda puntuaron a sus compañeros mejor, más competentes y afirmaron que se apoyarían en ell@s en el futuro.
Por tanto, ser preguntado por ayuda incrementa la percepción de que el socorrido es más competente.
También se demostró el porqué que nos pidan ayuda tiene un efecto positivo: hace que ganemos en autoconfianza. Cuando otros nos piden ayuda, nos sentimos halagados; pensamos que han sido hábiles al pedírnosla!
En general, la adulación se refleja positivamente en el adulado, aunque el adulador no esté siendo sincer@. En estudios publicados en 2010, investigadores de marketing encontraron que a las personas a las que se les entregaba un panfleto publicitario de un centro comercial que halagaba su sentido de la moda eran más propensos a acudir a comprar allí que los que lo recibían sin cumplido.
Pedir Favores
Pedir ayuda es una estrategia efectiva no solamente cuándo nos tenemos que enfrentar a una tarea complicada sino también cuando hemos cometido un error o sufrido un fallo o conflicto.
En la tesis doctoral, publicada en 2010 por Katie A. Liljenquist los estudiantes se enrolaron en una revisión simulada de rendimiento. Cuando aquell@s que jugaban el rol de Júnior Manager recibían una sorprendente revisión negativa del rendimiento y se preocupaban por obtener ayuda en cómo mejorar; aquellos que jugaban el papel de sus jefes los consideraban más agradables y competentes que aquellos que no lo hacían.
También se descubrió que cuando nos enfrentamos en conflictos, en algún tipo de negociación; preguntar al rival por ayuda incrementa la perspectiva, conduciendo de este modo a una mejor y rápida resolución del conflicto.
Otra asunción infundada es que las personas rechazaran peticiones de información o ayuda; dejándonos avergonzad@s. Se les pidió a unos participantes en otro estudio que buscasen favores en el campus después de haber hecho una estimación de cuántas personas pensaban que les iban a ayudar. Estos tipos de favores iban desde pedirle a un desconocido su móvil para realizar una llamada hasta pedirles que rellenasen un cuestionario, preguntar dónde estaba el gimnasio del campus y pedir que les acompañasen al menos hasta dejarlos cerca de él. El resultado: la estimación inicial preveía que tenían que preguntar a un 50% más de personas de lo que realmente sucedió.
El poder de búsqueda de ayuda también tiene límites. Por ejemplo, se les pidió a las personas que identificasen areas personales en las que eran fuertes y débiles cómo el conocimiento de deportes, de instrumentos musicales o de geografía.
Acto seguido un experimentador se les acercaba para pedirles ayuda en temas relacionados con sus debilidades. Los que no eran expertos quedaron perplejos ante estas peticiones y percibieron al solicitante como menos competente por pedirles a ell@s este tipo de ayuda que no le podían ofrecer con la suficiente seguridad.
Tiene sentido, no puedes apelar al ego de alguien cuándo no está al 100% segur@ de que conoce el asunto por el que se le pregunta.
Finalmente, se llegó a la conclusión que pedir ayuda para una tarea muy fácil, ni aumentaba la percepción positiva ni la negativa.
Pedir ayuda, no es un esfuerzo tan peligroso como pensamos. Tenemos que aprender a pedirla. No se nos juzgará nunca negativamente por ello.
Un Poco de Música
Artículo original: «Asking Advice Makes a Good Impression» de Scientific American
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