No Existen Los Cerebros De Hombres Ni Los Cerebros De Mujeres

Junto con el Brain Feeling de mañana, aprenderemos a desbancar dos mitos; dos creencias sobre el cerebro que tenemos bastante arraigadas. Mañana aprenderemos que la separación del cerebro derecho e izquierdo en lógica y creatividad es un mito que no está respaldado por ninguna evidencia científica.

Hoy desbancaremos otra vieja creencia, la que afirma que hay cerebros de hombres y de mujeres. Es decir, que los cerebros de las mujeres y el de los hombres son diferentes.

La autora del artículo original, Christia Spears Brown, empieza el artículo comentando que cuando ve llorar a alguien, ella también llora, siempre. No es a propósito, es el modo en que reacciona su cerebro. Su marido, en cambio, tal y como admite, es como el hombre de ojalata.

El Hombre de Ojalata

Esta diferencia entre los dos, que puede llevar a Christia a la frustración y a poner los ojos en blanco a su marido, es una diferencia que se mantiene entre los hombres y las mujeres. Tan sólo es una más en la letanía de las supuestas diferencias entre los hombres y las mujeres. Letanía en la que se incluye que las mujeres son criadoras, habladoras, ineptas espaciales, mientras que los hombres son asertivos, lógicos y mecánicos, y más y más y más…

Hace cientos de años, la gente culpaba de estas diferencias a los órganos reproductivos de la mujer (el hecho de sangrar por el útero se suponía que les hacía difícil el razonar) -sí, sí, esto en nuestra civilización-. Ahora con los avances en neurociencia, las respuestas parecen más sofisticadas: los hombres y las mujeres son diferentes porque tienen cerebros diferentes. Esto se ha propagado por artículos de click y feeds de noticias que muestran esas imágenes brillantes de los fMRIs que explicarían la diferencia de géneros con «pruebas científicas». Los cerebros rosas y los cerebros azules son fáciles de vender en un mundo donde se nos ha dicho durante generaciones que los hombres son de Martes y las mujeres de Venus.

La Mayoría De Los Cerebros Son «Machos» y «Hembras»

El problema en dar las culpas a las diferencias de los cerebros de los hombres y de las mujeres en cerebros rosas y cerebros azules es que no es verdad.  Pero la idea permanece porque hay los suficientes núcleos de verdad para ofuscar la realidad.

De hecho 🙂 , hay algunas diferencias entre los cerebros de los hombres y los de las mujeres. Los de los hombres son un 10% mayores que los de las mujeres, que es exactamente lo mismo que ocurre con la diferencia de altura y de peso entre los dos sexos. Pero las mujeres compensan esa medida más pequeña teniendo cerebros más intrincados que también tienen más materia gris en relación con materia blanca que los hombres, hecho que básicamente permite que se empaqueten más cosas importantes en un área menor.

Materia Blanca y Materia Gris

Y, de hecho, hay algunas diferencias importantes en función del sexo en lo que se refiere a salud mental, a trastornos neuropsiquiátricos, y a trastornos del aprendizaje que son claramente neurobiológicos.

Pero la mayoría de las diferencias que pululan por la cultura popular han sido claramente refutadas por la literatura científica. Un ejemplo típico es la idea que el cerebro de la hembra tiene un cuerpo calloso mayor (la sección del cerebro que conecta los dos hemisferios) y cerebros menos lateralizados que los de los machos. Esta idea del cuerpo calloso se hizo popular a partir de un estudio publicado en 1982 y recogido por TimeNewsweek.

Cuerpo Calloso (Corpus Callosum)

Estas afirmaciones se han extrapolado y se han traducido en la creencia popular que las mujeres son mejores en la multitarea (hacer dos cosas a la vez). El problema es que han sido refutadas contundentemente por muchos estudios independientes, en uno de los cuales se le ha llegado a tildar de «mito». Este tipo de estudios son más válidos y sólidos, pero no son tan atractivos, de modo que no llegan al gran público.

La prueba científica más convincente sobre el género en el cerebro es mucho más complicada que una noticia corta, pero tiene mucho más sentido que la idea que tengamos cerebros diferentes.

La neurocientífica Daphna Joel y su equipo han examinado el cerebro de 1.400 sujetos (un poco más que los típicos estudios dónde se escogen 10 hombres y 10 mujeres). Han hallado repetidamente que algunos sujetos, algunas pequeñas secciones de sus cerebros, de hecho muestran patrones que son más típicos de los machos o de las hembras (también hay que recalcar que existen millones de secciones que no muestran diferencia alguna).

De todos modos, cuando observan todas las secciones juntas, en lugar de pequeñas porciones, confirman que tan sólo un 3% de la gente tiene un cerebro que es 100% «macho» o 100% «hembra». En otras palabras, es extremadamente raro encontrar consistentemente un cerebro rosa o un cerebro azul. El otro 97% de personas tienen cerebros que son un mosaico de rosa y azul. Casi tod@s nosotr@s tenemos características comunes de los hombres y de las mujeres.

Ni siquiera l@s neurocientífic@s pueden afirmar si un cerebro concreto pertenece a un hombre o a una mujer.

La idea del mosaico, de hecho, parece ser de sentido común. Sabemos que todos somos personas hechas de experiencias únicas. Esas experiencias dan forma a las estructuras y conexiones de nuestros increíblemente complejos cerebros.

Y nuestro número de neuronas también se diferencia. El cerebro medio contiene unos 86 billones de neuronas, pero los individuos difieren de ese número en una media de 8 billones. Incluso los gemelos idénticos tienen conexiones y estructuras cerebrales diferentes debido a sus propias experiencias. Todos estamos en nuestro propio mosaico de ideosincrasia, en nuestros comportamientos, aptitudes y cerebros.

Qué Hay Realmente Tras Las Diferencias De Género

¿Por qué el mito del cerebro rosa y del cerebro azul está tan firmemente arraigado en nuestra consciencia colectiva? Una de las razones es porque, a menudo, las mujeres y los hombres tienen intereses diferentes, así como, diferentes modos de actuar. En el caso de Christia, menciona que su marido y ella son totalmente diferentes. Eso se debe a que son de culturas diferentes, la de ella (la cultura de ser criada como una chica) dónde se reforzaba la expresión emocional, y la de él; en la que «los chicos no lloran».

Cualquiera que haya viajado conoce la importancia de la influencia cultural, aún no podemos plasmar esas diferencias en la neurociencia. Como humanos, hemos adaptado de modo muy efectivo nuestro comportamiento a nuestras normas y presiones sociales.

La otra razón por la que el mito es tan insistente es que nos gusta recordar ejemplos que sean consistentes con nuestra narrativa de género. Recordamos mejor la información cuando soporta nuestra teoría que los hombres y las mujeres son diferentes. Solemos ignorar los hombres que lloran, que les es fácil la multitarea y que no pueden hacer matemáticas. Nos ayuda a mantener una visión simplificada y consistente en nuestros cerebros.

Investigaciones llevadas a cabo por científicos del comportamiento han demostrado, con un muestreo de más de 1 millón de personas, que nuestras diferencias individuales son mucho mayores que cualquier diferencia a nivel de grupo de género, y que ningún individuo encaja perfectamente en el estereotipo macho – hembra.

El resultado final es que nuestro género poco nos dice quién somos. No determina nuestra estructura cerebral, no determina en qué tareas y en qué trabajos somos buen@s, y tampoco quiénes somos. Los humanos y nuestros cerebros somos bastante más complicados que todo esto.

Buen Martes!! 🙂


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