Esta semana será la semana de los Soft Skills en Feel The Brain. Intentaremos aprender qué son, cómo se mejoran, qué nos aportan e, importante, cuáles son. L@s Brain Feelers más veteran@s sabréis que normalmente cuando aprendemos algo sobre los Soft Skills lo encaramos hacia la aplicación a la vida profesional.
Durante estos últimos días he podido reflexionar, con un compañero -guiño, guiño- sobre la evolución de cualquier profesional (creo que se puede adaptar a cualquier sector) y se nos apareció un símil con la música. Después de la conversación (casualidades de la vida) me crucé con un vídeo de Riccardo Muti (director de orquesta) en el que se ve su discurso de aceptación del premio músico del año que cerrará este Brain Feeling. Pero, no corramos, aprendamos paso a paso.
Continuando con el símil musical, cuando entramos en el mundo laboral somos músicos aprendices; a penas sabemos tocar un instrumento, a penas sabemos de música y mucho menos, a penas sabemos cómo se tocan los instrumentos musicales de los demás, además, necesitamos que alguien nos de una mano para poder tocar, seríamos algo así:
Aún más, en este estadio no sabemos siquiera si el instrumento que hemos elegido tocar nos gusta o no. Con lo que, para decidir si es cierto o no, nos esforzamos en trabajar con él hasta que a base de nuestros hard skills llegamos a tocarlo bastante bien. Sabemos interpretar ya la música en ese instrumento, necesitamos menos ayuda e incluso ya somos un poco autónomos; pero solamente con un instrumento.
Pero un@ compañer@ de nuestro lado está tocando otro instrumento, nosotros ya sabemos de música y vemos (y creemos) que también sabríamos tocarlo, que, con lo que hemos aprendido; podremos aprenderlo con menos esfuerzo del que necesitamos para tocar nuestro primer instrumento. Entonces, mediante de nuevo, nuestros hard skills nos ponemos manos a la obra y logramos aprender ese nuevo instrumento.
De este modo pasa el tiempo, y tan solo con nuestras aptitudes puramente técnicas (hard skills) aprendemos a tocar muchos instrumentos, los aprendemos a tocar a la vez y no necesitamos a nadie más (eso creemos). Nos hemos convertido en el hombre orquesta:

Siendo un hombre orquestra tocamos nuestras sinfonías, como queremos, cambiando incluso el instrumento de cada parte en cada interpretación a nuestro antojo; somos capaces de hacerlo y lo más importante estamos muy cómodos cuando lo hacemos; estamos en nuestra zona de confort.
¡Qué bien nos sentiríamos allí para siempre! ¿no? ; pero el mundo profesional tiene su ciclo y siendo ya hombre orquesta estamos listos para enseñar a nuev@s músic@s novatos a tocar y a elegir su instrumento. Esta situación también es cómoda; nosotros seguimos tocando nuestras sinfonías cambiantes mientras en paralelo ayudamos a nuevos músicos. A uno, a dos, a tres, ….
Hasta que nos damos cuenta que no podemos tocar nuestra sinfonía tan cómodamente y con la libertad a la que estábamos acostumbrados. Pero la sinfonía debe seguir sonando, con lo que no tenemos otro remedio que convertir a nuestro equipo (pequeño equipo) en un cuarteto de cuerda dónde cada uno toca un instrumento, hasta tú mism@ estás tocándolo.
¡Qué bien! aún puedes tocar (sí, cierto, algunos instrumentos ya no; tus aprendices los saben tocar mejor que tú); pero aún queda trabajo para tí. Los tienes que continuar formando, hacer que sean mejores y conducirlos.
El tiempo continua moviéndose, y tus aprendices han decido cambiar sus instrumentos, un@ se ha quedado en las cuerdas, otr@ ha decidido la percusión, el/la tercer@ se ve que le gusta el viento y el/la cuarto (tu preferid@) ha decido hacerse mejor en tu especialidad, el piano. Y sí, lo hace mucho mejor que tu, en comparación con los tiempos actuales, está preparado para que tú puedas delegar en ell@ la interpretación de tu parte de la sinfonía.
Llegados a este punto puedes tener la impresión que tu trabajo ya no es necesario. Que debes volver a empezar y ser mejor en otro hard skill. Decides abandonar y cambiar de barco, tod@s están preparad@s, saben tocar, ¿Qué más falta? Te giras y empiezas a andar para irte. Al fondo les oyes interpretar la sinfonía, las notas que tan acostumbrad@ estás a oír; pero ¡espera un momento! ¿Qué esta pasando? Las cuerdas suenan bien sí y el viento; lo mismo pasa con la percusión y el piano. Pero te das cuenta que suenan bien por separado; hay una descordinación entre todas las secciones la sinfonía no está sonando bien. En tu interior te sorprendes, tú les ayudaste a preparase, se saben la sinfonía de memoria; ¿Por qué no están coordind@s?
Pues porque simplemente, están perfectamente preparados para sus secciones, pero necesitan de alguien que les coordine que haga que la sinfonía suene bien, que tanto los propietarios de la orquesta cómo el público aplauda. Necesitan a alguien con visión más abstracta que haga que cada cosa suene cuando tenga que sonar y pare de hacerlo cuando se necesario. Esa es la tarea del conductor de la orquesta que has ayudado a construir. Y, en este caso, en esta orquesta tú eres quien tiene esta visión global. Has visto la necesidad de generar cohesión (Soft Skill); de hacer que los vientos y las cuerdas se lleven bien (Soft Skill) de que el pianista tenga claro que toca muy bien el piano; pero que no puede juzgar al resto de la orquesta (al menos de momento). Este eres tu ya, el director:

y este es tu equipo:
Llegados a este punto, ¿crees que has acabado? ¿Vas a estar para siempre haciendo esto? Y es aquí donde entra este impresionante speech de Riccardo Muti, pensadlo, pero diría que lo que nos queda es el perfeccionamiento de los Soft Skills:
Aún así, de vez en cuando (o en ocasiones que la pieza a interpretar lo requiera), podremos volver a nuestra antigua zona de confort, y tocar un rato nuestro instrumento favorito sin que nadie lo pueda evitar.
Un Poco de Música
Esta es una demostración de cómo dirige Riccardo Muti, en este caso la Eroica de Beethoven, por la Orquesta de Philadelphia:
Buen Domingo!! 🙂