La Música de Oliver Sacks

Con motivo del primer aniversario de la partida de Oliver Sacks; me crucé con un par de artículos interesantes que destacan las obras y piezas musicales que al doctor, neurólogo, músico, motorista, y escritor más les fascinaban. Uno de los artículos es de su puño y letra en la revista WIRED -del 25 de Septiembre de 2007-; el otro una playlist creada por Science Friday.

Hoy me gustaría compartir con vosotr@s estos gustos de Sacks.

Como podemos ver en la obra literaria/divulgativa de Sacks, la música ha jugado siempre un rol muy especial en la vida del neurólogo así como en su práctica de la profesión de la medicina. Observando la relación de sus pacientes con la música cosechó información crucial sobre como el cerebro procesa datos sensoriales, pistas que pueden aclarar las disfunciones neurológicas y, igualmente importante, cómo su placer con la música les ayuda en su proceso de recuperación.

Leyenda
MÚSICA // LA DROGA MILAGROSA QUE CAMBIA EL CARACTER, QUE NO ENGORDA // PREGUNTALE A TU DOCTOR SI LA MÚSICA ES ADECUADA PARA TI // ALGUNOS EFECTOS SECUNDARIOS PUEDEN INCLUIR (PERO NO ESTÁN LIMITADOS): FELICIDAD ESPONTÁNEA, MEJOR MEMORIA Y FUNCIÓN MOTORA, CONEXIÓN CON LOS DEMÁS, MOVIMIENTO DE PIES Y CABEZA Y LA PERSISTENCIA OCASIONAL DE MELODÍAS PEGADIZAS

Sacks, en su libro «Un Antropólogo en Marte»  describió cómo asistió a un concierto de Grateful Dead con un paciente cuyo sentido del tiempo se quedó parado en los años 60 a causa de un tumor. Posteriormente, en 2011, este capítulo del libro se convirtió en una película que os recomiendo encarecidamente: «La Música Nunca dejó de Sonar«:

En su libro «Musicofília: Historias de Música y del Cerebro», Sacks afirma que la música es una necesidad en la vida de sus pacientes, «con un poder más allá que cualquier otra cosa para devolverlos a sí mismos y a los demás; por lo menos por unos instantes»

En su autobiografía «En Movimiento» (On The Move) también podemos ver que Sacks es un apasionado amante de la música en sí mismo. Un piano preside su comedor en su apartamento de Nueva York debajo de una montaña de partituras, cuya interpretación por parte de Sacks raramente era de modo público. En un artículo de WIRED de 2007, Steve Silberman le preguntó a Sacks ¿qué canciones habría en su iPod…si el neurólogo tuviese uno? Este fue el resultado de la entrevista.

Sacks afirmó que: «es casi imposible hacer un listado de mis 10 o 20 piezas musicales favoritas ya que tengo un amor omnívoro por toda la música clásica. Además, a menudo desarrollo una pasión por una pieza en particular de algún compositor concreto, pasión que puede durar un mes o un año; para después reemplazarla por la pasión por otra cosa.

Por ejemplo, pasé un año entero, 1979, tocando el Requiem de Mozart y su Misa en Do Menor, una vez tras otra. Me absorbieron totalmente, y no quería escuchar nada más. Pero a penas las he vuelto a tocar desde entonces, aunque las continuo adorando. Recientemente (2007) he estado disfrutando música de compositores contemporáneos como John Corigliano, Tobias Picker y Michael Torke; también escuchando todo desde Leos Janacek a Hildegard von Bingen, ahh! y un grupo de jazz a cappella llamado The Grunyons.

Pero el repertorio clásico continúa siendo mi piedra angular. La música que más me gusta está condicionada por mi experiencia tempranda, crecí en los 1930 y los 1940 en una atmósfera de música clásica, con poca exposición a la música popular y a la música de otras culturas.

No tengo un iPod -soy de poca tecnología- pero si lo tuviera, seguro que tendría estas piezas en él.»

Veámos qué nos explica Sacks 🙂

  1. Fantasía de Chopin en FA Menor, interpretada por Arthur Rubinstein. Cuando era un adolescente tenía todos los LPs de las mazurkas de Chopin interpretadas por Rubinstein. Las ponía en el gramófono y las intentaba acompañar con el piano, de ese modo aprendía las mazurkas por mí mismo. Aún las toco, y las adoro; pero la fantasía en FA Menor me afecta de un modo más profundo.
  2. Mozart: a parte del Requiem y de la Misa en DO Menor, me encantan los Conciertos de Piano (23-26); especialmente los movimientos lentos interpretados por Alfred Brandel
  3. Don Giovanni de MozartEn general me atrae más la música «pura» que la ópera o el drama musical. Pero no puedo escuchar el final del Don Giovanni sin pensar en la entrada del terrorífico Invitado de Piedra, y en Don Giovanni siendo absorbido hacia el infierno. Esta era la ópera favorita de W.H. Auden, quien tradujo el libretto junto con Chester Kallman y me entregó su propia copia. Así que también es una ópera que me gusta escuchar en inglés porque puedo oír a Auden y a Mozart a la vez.

    Don Giovanni y el Invitado de Piedra
    Don Giovanni y el Invitado de Piedra
  4. El Rito de la Primavera de Stravinsky. Como estudiante en Oxford, descubrí la música «moderna» en la forma de Stravinsky, y amo la bárbara esplendor de sus partituras de ballet. El Rito de la Primavera siempre me hace pensar en un estegosaurio caminando lentamente a través de una ciénaga primordial.
  5. El Concierto para Violín en Mi Menor de Mendelssohn interpretado por Joshua Bell. Según mi parecer, Mendelssohn es uno de los compositores más dichosos. Una cinta de su concierto de violín fue lo que me ayudó a superar una extraña parálisis en una pierna que tuve, fruto de un accidente, en 1974. No puedo escuchar esta pieza sin experimentar esa clase de resurrección y cuando reaprendí a caminar. (Sacks nos relata esta historia en su obra «Con una sola pierna»)
  6. Die Shöne Mullerin de Schubert, cantada por Dietrich Fischer-Dieskau. La música vocal puede tener más poder que cualquier otro instrumento, y Schubert fue un maestro escribiendo canciones, expresando estados de ánimo, pasiones, estados mentales, como nadie antes que él pudo.
  7. Las Sonatas de Piano de Beethoven, interpretadas por Alfred Brendel. El hecho que sea un pianista (uno de los más humildes) moldea mis gustos, así que prefiero las Sonatas de Piano de Beethoven a todo su resto de música instrumental. He tenido muchas grabaciones, la la de Brendel me parece la más profunda.
  8. Alto Rhapsody de Brahms. Para mí representa el final, la expresión más rica del romanticismo en la música (en contraposición al turgente neuroticismo de Wagner y algo de Mahler). La Alto Rhapsody de Brahms es trascendente y sobrecogedora.
  9. La Misa en Si Menor de Bach. Aunque sea un materialista convencido, y no he sido nunca capaz de imaginar algo «sobrenatural», la profunda espiritualidad de la música de Bach me afecta potentemente y nada puede captar más mi atención que su Pasión Según San Mateo o su gran Misa en Si Menor. Pero cuando no tengo suficiente tiempo como para escuchar estos trabajos masivos, apuesto por las interpretaciones de Leon Fleisher de «Jesus, alegría de los hombres» y «Sheep May Safely Graze». Fleisher destila la belleza de Bach como un alquimista.
  10. La Chacona en RE Menor de Bach, interpretada por Yehudi Menuhin. Cuando era un niño, oí la interpretación de Menuhin de esta pieza en el Harringay Arena de Londres. Estaba abrumado, nunca había escuchado música en vivo, nunca había estado tan cerca de un intérprete y además había una especie de sentido moral en eso también, ya que estábamos en plena Segunda Guerra Mundial y fue un acto de real coraje de Menuhin el acudir a una ciudad dónde las bombas estaban cayendo y tocar en un lugar público tan vulnerable. 60 años después, en el quinto aniversario del 11-S, me detuve en seco a medida que me acercaba a la punta más sur de Manhattan en mi paseo en bici matutino por la tensión de la chacona. Se trataba de un joven violinista, tocando para una audiencia totalmente en silencio que había reunido para conmemorar esa ocasión triste y especial. De nuevo esta pieza se me mostraba una declaración moral y musical, una afirmación de la trascendencia del arte frente a la violencia y el miedo.

Piel de gallina con estas declaraciones de Sacks. En mi opinión un genio. Me calma leerlo, me calma ver como se expresaba.

Depués de esta entrevista en WIRED el tiempo pasó. Cuando Sacks cumplió 75 años, finalmente le regalaron un iPod, lleno de todos los trabajos de Johann Sebastian Bach. (En una ocasión, le preguntaron a un joven Sacks sobre cuales eran sus dos cosas favoritas. ¿Su respuesta? «Salmón ahumando y Bach») El regalo coincidió con la vuelta de Sacks a las lecciones de piano, después de un lapso de más o menos 60 años.

Recordando esta experiencia, y junto con la publicación de la autobiografía de Sacks, Maria Popova (autora de Brain Pickings) confeccionó para Science Friday una playlist en Spotify que servía de guía musical para la lectura de «En Movimiento», ésta es; espero que la disfrutéis. 🙂

 

Buen miércoles!! 🙂

Este Brain feeling se ha basado en dos artículos originales:

sacks

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