¿Por qué no nos gusta nuestra propia voz?

La mayoría de nosotr@s nos hemos estremecido al escuchar el sonido de nuestra propia voz. De hecho, es tan común que no nos guste este sonido que hay un término específico para describir el fenómeno: confrontación de voz.

Pero, ¿por qué es la confrontación de voz tan frecuente, mientras que casi ni nos fijamos en la voz de l@s demás?

En los medios más populares se suele explicar este fenómeno atribuyéndolo a que, mientras hablamos, recibimos nuestra voz externamente, mediante nuestros oídos, e internamente mediante el aire conducido y el sonido que transferido a través de nuestros huesos. Esta conducción del sonido a través de los huesos nos da bajas frecuencias que enriquecen el sonido y que no se transfieren en el sonido vocal transmitido por el aire. De modo que cuando oímos nuestra voz grabada, sin estas frecuencias, la oímos más aguda y diferente. Básicamente, es debido a que nuestra voz grabada no suena como esperamos que lo haga y, por tanto, no nos gusta.

La Doctora Silke Paulmann, psicóloga de la Universidad de Essex dice: «Diría que el hecho de sonar más agud@s de lo que esperamos hace que nos encojamos ya que no cumple con nuestras expectativas internas; nuestra voz juega un gran rol en lo que a formar nuestra propia identidad se refiere y creo que a nadie le gusta darse cuenta que no erres realmente quien cree ser»

De hecho, la constatación de que sonamos más parecido a Mickey Mouse de lo que creemos puede desconcertarnos.

Pero algunos estudios han demostrado que esto solamente sería una explicación parcial del tema.

Por ejemplo, en 2013 un estudio pidió a l@s participantes que puntuaran el atractivo de diferentes muestras de voz. Cuando su propia voz aparecía secretamente en estas series de muestras, l@s participantes puntuaban mejor si no la reconocían.

Aún más, una explicación completa puede encontrarse en una serie de estudios publicados años anteriores a todos los otros que dan como explicación la expectativa y la frecuencia que hemos aprendido.

Mediante sus experimentos, los psicólogos Phil Holzemann y Clyde Rousey concluyeron en 1966 que la confrontación de voz no viene solamente de una diferencia en la frecuencia que esperamos, sino que también nos golpea una revelación al darnos cuenta de todo lo que nuestra voz implica. No tan solo suena diferente de lo que esperamos; mediante lo que se llaman «pistas extra-lingüísticas«, revela aspectos de nuestra personalidad que tan solo podemos percibir una vez la oímos grabada. Esto incluye aspectos como nuestros niveles de ansiedad, tristeza, enfado, etc.

Para citar a los doctores: «La experiencia de ruptura y de defensa son una respuesta a una confrontación inesperada con las cualidades expresivas que el sujeto no pretende expresar, hasta el momento en que se escucha, no era consciente de lo que había expresado«.

Su siguiente estudio demostró que l@s bilingües que aprenden un idioma después de los 16 años, mostraron más incomodidad al oír sus voces grabadas en su idioma materno, hecho que no tiene explicación con una falta de conductividad de frecuencias a través de los huesos.

La complejidad de la coordinación vocal es enorme y no tenemos un control completo y consciente. De hecho, la laringe contiene la cantidad más elevada de nervios musculares de todo el cuerpo humano. Aún más, cuando oímos una grabación, no tenemos el control de nuestra habla que solemos tener; es como si nuestras voces fuesen libres, tuviesen vida propia.

Marc Pell, neurocientífico de la Universidad McGill, especifica más sobre la comunicación de la emoción. Sostiene los estudios de Holzemann y Rousey afirmando: «cuando oímos nuestra voz aislada, separada del resto de nuestro comportamiento, pasamos a través del proceso automático de evaluarla del mismo modo que evaluamos las voces de l@s demás […] Creo que al comparar nuestras impresiones de la voz con cómo l@s demás nos evalúan socialmente, hace que mucha gente se enfade o se quede insatisfecha con el modo en el que suenan porque las impresiones que se forman no encajan con los rasgos sociales que quieren transmitir«.

Aunque podamos sorprendernos de cuánto podemos parecernos realmente a «Mickey Mouse», es el contenido extralingüístico que revelan nuestras voces, lo que haría sentirnos desconcerta@s.

Es poco probable que l@s demás se sorprendan tanto como nosotr@s mism@s al oír nuestra «aguda» voz y, muy probablemente, no la evalúen como nosotr@s mismos hacemos. Tendemos a nos ser crític@s con las voces de l@s demás, de modo que todo apuntaría que somos los únic@s que lo estamos siendo con las nuestras propias.

One More Thing…

És interesante echar un vistazo a esta TED Talk de Rébecca Kleinberger, experta de la voz, en la que nos explica el por qué no nos gusta nuestra propia voz.

Buen Jueves!! 🙂


Artículo Original: «The Real Reason the Sound of Your Own Voice Makes You Cringe» en Pocket

Los comentarios están cerrados.

Crea un sitio web o blog en WordPress.com

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: