¡Apartad a l@s niñ@s!

Hola Brain Feelers, hoy quiero compartir con vosotros este análisi de David Bueno, doctor en biología y profesor e investigador de la Sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo de la Universidad de Barcelona sobre el debate de la limitación de las pantallas a l@s más jóvenes y pequeñ@s que está yendo en auge durante estos últimos meses.

El artículo original, cuya imagen publicó en redes David Bueno (y que podéis ver abajo), lo podéis encontrar en: Aparteu les criatures de El Punt Avui.cat. La traducción al castellano que incluyo la he hecho con Chat GPT.

Me ha hecho pensar. ¿Os hace pensar?

¡Apartad a l@s niñ@s!

Una de las frases hechas que he oído decir desde que era pequeño es «¡Apartad a los niños!», cuando alguien se da demasiada importancia, para restarle. También es el título de una canción de Quimi Portet: «Aparteu les criatures…!, que avui ho entenc tot«. Hay cuestiones muy actuales en las que, por mucho que intentemos pensar que sabemos mucho, estamos lejos de tener el conocimiento necesario para entenderlas bien y captar todas las implicaciones que pueden tener. Y esto nos lleva a caer en proposiciones extremas.

Hay cuestiones muy actuales en las que, por mucho que intentemos pensar que sabemos mucho, estamos lejos de tener el conocimiento necesario para entenderlas bien

Un ejemplo reciente es la propuesta de prohibir el uso de teléfonos inteligentes (smartphones) a los niños y adolescentes. ¿Qué sabemos? ¿Es realmente necesario apartar a los niños de estos dispositivos, utilizando ahora el significado literal de apartarlos? Ante una situación individualmente, socialmente y también científicamente compleja, lo primero que hay que hacer es distinguir los datos objetivos de las opiniones subjetivas. Empecemos por los datos objetivos. Hace pocos días se han publicado dos trabajos que permiten ver el alcance que tiene utilizar tecnología digital en exceso durante la infancia. Fijaos que digo «en exceso». No hay ningún dato objetivo que indique que un uso adecuado, restringido en el tiempo, con un propósito razonable y con un acompañamiento adecuado, sea perjudicial. Uno de los trabajos científicos más completos, que se hizo público el 16 de noviembre en la revista Early Education and Development, indica que el uso de tecnología digital durante la infancia comporta cambios en la conectividad de varias áreas del cerebro, entre las que destaca la corteza prefrontal. Es la zona que gestiona los comportamientos más complejos, las llamadas funciones ejecutivas. Incluyen la capacidad de reflexionar y de razonar, de planificar, de tomar decisiones basadas en razonamientos previos y de racionalizar y gestionar los estados emocionales, para evitar tanto como sea posible las respuestas meramente impulsivas. Ahora bien, que haya cambios no indica, de entrada, que tengan que ser perjudiciales. Ni tampoco beneficiosos, por supuesto. El cerebro es un órgano plástico y maleable, que va haciendo y rehaciendo sus conexiones neuronales de acuerdo con programas genéticos internos, y también, de manera muy especial, en interacción con el exterior, a base de las experiencias que la persona tiene. Es un sistema fantástico que permite que nos adaptemos a casi cualquier situación, por aprendizaje. Por tanto, que el uso de tecnología digital durante la infancia y la adolescencia modifique las conexiones neuronales es, de entrada, una buena noticia. El cerebro se adapta al entorno que encuentra y aprende a gestionarlo.

Desde una perspectiva neurocientífica, por tanto, el problema no es el uso de la tecnología digital, sino el abuso que puedan hacer los niños y adolescentes, sin ningún tipo de acompañamiento. En este sentido, un segundo estudio llevado a cabo por la Universidad de Girona conjuntamente con cinco centros de desarrollo infantil permite concluir que el aumento del tiempo de exposición de los niños a las pantallas se relaciona directamente con retrasos en el desarrollo y con un incremento de la impulsividad. Dicho de otra manera, el abuso implica que los niños se pierdan muchas otras experiencias vitales que son cruciales para un buen desarrollo físico y mental, entre las que se encuentran el juego con otros niños y adolescentes y la socialización, también con la familia. Y la falta de acompañamiento puede llevarlos hacia callejones claramente inadecuados para su edad, que no pueden comprender ni asimilar, lo cual puede alterar las funciones mentales.

El cerebro es un órgano plástico y maleable, que va haciendo y rehaciendo sus conexiones neuronales de acuerdo con programas genéticos internos, y también en interacción con el exterior

Ahora viene la gran pregunta. ¿Quiere decir esto que debemos prohibir el acceso a los smartphones hasta los trece o los dieciséis años, para proteger a los niños y adolescentes? Y la respuesta ya no es objetiva, sino subjetiva. Para quien firma este artículo, la prohibición sería contraproducente, ya que los apartaría de una tecnología que los adultos usamos delante de ellos casi todo el tiempo, lo cual les estimulará aún más el deseo. Lo que necesitamos es no renunciar a nuestra responsabilidad como educadores de nuestros hijos e hijas, para acompañarlos en el proceso de descubrir el mundo digital. Con un propósito, no por simple ocio o para quitárnoslos de encima. Ayudándolos a navegar por internet sin que naufraguen. El problema, para mí, no es la tecnología, sino un mundo adulto que quiere controlar el acceso para no afrontar la tarea complicada de educar a los niños y adolescentes en una vida llena de tecnología.

Buen Miércoles!! 🙂

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